KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS CULTURALES,
No. 52 (Julio-Diciembre, 2022), 49-69. ISSN: 1390-0102


Saga de bandoleros y novela histórica: la narrativa de Eliécer Cárdenas


Saga of Bandits and Historical Novel: the Narrative of Eliécer Cárdenas


DOI: 10.32719/13900102.2022.52.2


Fecha de recepción: 18 de enero de 2022 Fecha de aceptación: 14 de marzo de 2022







Alejandro Moreano julianquito@yahoo.com ORCID

Universidad Central del Ecuador Quito, Ecuador


RESUMEN

El texto investiga, en la prolífica obra de Eliécer Cárdenas, dos de sus temáticas cardinales: la saga de bandoleros y la novela histórica. La primera contiene su fábula más famosa, Polvo y ceniza, y varias otras sobre bandoleros justicieros estilo Naún Briones y aun desalmados como Arnoldo Cueva y sus también malvados exterminadores como el mayor Deifilio Morocho, además de novelas sobre los ladrones de levita, tal la de Rafles y las menciones del Águila Quiteña. La novela histórica comprende cinco ficciones sobre figuras como Bolívar, monseñor González Suárez, actores de la conquista y de la independencia, incluso la farsesca y divertida trama de varios escritores complotados para robar la novela de otro. El conjunto destaca la enorme calidad literaria de Eliécer Cárdenas.

Palabras clave: Ecuador, novela, Eliécer Cárdenas, saga, bandoleros, novela histórica, justicieros, perversos, ladrones, personajes, historia, literatura.


ABSTRACT

The text investigates, in the prolific work of Eliécer Cárdenas, two of his cardinal themes: the saga of bandits and the historical novel. The first contains his most famous fable Polvo y ceniza and several others about vigilante bandits like Naún Briones and even heartless ones like Arnoldo Cueva and his evil exterminators like Major Deifilio Morocho, as well as novels about thieves of religious dresses, such as Rafles, and mentions of the Águila Quiteña. The historical novel includes five fictions about figures such as Bolívar, Monsignor González Suárez, actors of the Conquest and Independence, and even the farcical and funny plot of several writers plotting to steal someone else’s novel. The whole highlights the enormous literary quality of Eliécer Cárdenas.

Keywords: Ecuador, novel, Eliécer Cárdenas, saga, bandits, historical novel, vigilantes, perverse, thieves, characters, history, literature.





Si BIEN Poivoy ceniza, su novela bendita-maldita, abrevió en la memoria cultural sus otras obras, Eliécer Cárdenas fue un escritor prolífico.1

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Eliécer Cárdenas

Si bien su narrativa enfoca múltiples temáticas desde una rememoración quizá autobiográfica y muy terrenal en Los diamantes y hombre de provecho hasta un regodeo pretendida o pretenciosamente metafísico, entre sarcástico y fantástico, sobre Dios, en Una silla para Dios, o el imponderable creador, a la manera de La muerte en Venecia, de la belleza corporal en La incompleta hermosura, queremos ahondar en dos líneas, quizá las más fecundas e influyentes en la literatura ecuatoriana de los últimos 50 años: aquella que hemos denominado saga de bandoleros y la novela histórica.

SAGA DE BANDOLEROS

Polvo y ceniza es una saga construida sobre la memoria popular de un personaje legendario, Naún Briones, bandolero rural de principios del siglo XX.

La leyenda, una suerte de franja intermedia entre la narración histórica y la ficcional, juega con las bondades del principio de legitimidad de ambas: la verdad de la historia y la verosimilitud de la ficción. A la vez, sin embargo, las niega porque la verdad de los hechos narrados se disuelve en la nebulosa de la imaginación popular: el héroe ha salido de la verdad de su existencia concreta para refugiarse en la imaginación mítica. Pero, si la verdad del mito, empero, se funda en la credibilidad del auditorio frente al narrador -los mitos fundaban el reconocimiento de los pueblos, después de todo-, la construcción legendaria "moderna", en cambio, postula la ambigüedad de las peripecias pues existen múltiples y a veces contradictorias versiones de la leyenda en la imaginación popular.

El principio inicial de construcción y verosimilitud de Polvo y ceniza es la cambiante memoria social, la mutación incesante de los rumores, los distintos y a veces opuestos recuerdos que guardan de Naún Briones quienes lo conocieron u oyeron hablar de él. Pero, hombre del siglo XX, Eliécer Cárdenas, sujeto de la enunciación, pone múltiples huellas en la obra que evidencian una prolija investigación de los sucesos, propia de un historiador profesional. La verosimilitud instaura entonces otro principio de construcción: la objetividad, propia del discurso historiográfico moderno. El narrador no se deja arrastrar por la leyenda romántica tejida en torno a Naún Briones: el bandolero que atacaba a los ricos para socorrer a los pobres. No solo autoriza que hablen los beneficiarios, personajes populares, sino también personajes de la aristocracia, los perjudicados. Para validar la objetividad, el narrador introduce acontecimientos que van en contra de la leyenda romántica y que muestran a un bandolero cruel y rapaz.

Dos principios antitéticos de construcción: la veracidad histórica y la ambigüedad de la construcción legendaria. Los dos combinan, a la vez, la objetividad del discurso histórico y la subjetividad de las distintas vivencias populares.

En su afán por abrir el abanico de puntos de vista, Eliécer Cárdenas se permite rupturas del continuum narrativo para presentar una suerte de galería de bandoleros, cuyo objetivo es singularizar a Naún Briones, e incluso imagina un hipotético encuentro entre el bandolero rural y el Águila Quiteña, una suerte de Raffles que vivió hacia las primeras décadas del siglo XX. Así, quiere oponer dos éticas distintas, dos imaginarios opuestos, el generoso e ingenuo bandolero rural, y el refinado y calculador ladrón urbano enriquecido.

La novela rompe el continuum narrativo de la estructura dramática. No hay transcurso ni la clásica trama: la novela es una crónica, un retablo de diferentes historias yuxtapuestas entre sí. El final, la muerte también legendaria del bandolero, cierra el sentido de alguna manera.

BANDOLEROS, LADRONES DE LEVITA, ASESINOS EN SERIE

La problemática del delito o de los actos declarados fuera de la ley, presenta tres versiones distintas:

  1. Los bandoleros al estilo de Naún Briones, pero también los malvados tipo Arnoldo Cueva.

  2. Los ladrones de levita, al modo de Raffles o del Águila Quiteña.

  3. Los asesinos en serie.

Las diferencias son marcadas y oponen una visión de futuro y esperanza a una visión apocalíptica.

BANDOLEROS ENVILECIDOS Y SUS EXTERMINADORES

Amén de Polvo y ceniza, Eliécer Cárdenas imaginó múltiples bandoleros, una suerte de fábula bandolera.

En un primer plano, palpitan las novelas imbricadas en la leyenda de Naún Briones, El árbol de los quemados (2008) y El héroe del brazo inerte. La primera versa sobre Arnoldo Cueva, el tenebroso bandolero que murió dos veces, una de ellas liquidado por el Mayor Deifilio Morocho en la masacre de Shokopa en torno al árbol de los quemados, custodiado por el viejo de la lengua tronchada; la otra como Pedro Pablo Riofrío, hermano de padre de Melchor, Gaspar y Balthasar Riofrío y Pinzano, los terribles azules, abogados aristócratas conservadores involucrados en múltiples crímenes y estafas. La segunda desaparición de Arnoldo Cueva corre a cargo de Plutarco Campos, amigo, confidente, espía y delegado por Arroyo del Río para supervisar la retirada de las tropas peruanas de El Oro y que lo captura por el asalto a las minas de Portovelo.

El héroe del brazo inerte, por el contrario, narra las andanzas y azares del mayor Deifilio Morocho, el Manco, que apareció en Polvo y ceniza y, por supuesto, en El árbol de los quemados, el famoso aniquilador de bandoleros que destruye a la banda de Arnoldo Cueva en la masacre de Shokopa. En el capítulo "Recuerdos" de Polvo y ceniza ya se menciona la eliminación de Naún en la quebrada de Piedra Lisa por Deifilio Morocho.

Las dos novelas entretejen suposiciones, conjeturas, especulaciones: quién diría... dicen que... En El árbol de los quemados, las conjeturas asumen la forma de declaraciones, denuncias, sentencias, pasquines, pronunciamientos populares. De esta manera, los personajes de la saga bandolera de Eliécer Cárdenas se asemejan a los actores legendarios labrados por la urdimbre de los rumores.

Asombra la prolija investigación realizada por Eliécer Cárdenas de los acaeceres históricos de la época narrada en torno a los bandoleros lojanos y que incluye con precisión no solo incidencias sino vestidos,2 comidas, parajes, barrios, vecindarios, y aun actitudes, gestos, movimientos, comportamientos de la época. Y la convergencia de episodios y personajes reales e imaginados, a la manera de la célebre novela Ragtime de Edgar Lawrence Doctorow, que aglutina a familiares nombrados con iniciales y a personajes históricos.

Eliécer Cárdenas recalca con insistencia el origen de su imaginario literario en sus tíos y tías y en su tía abuela, contumaces narradores orales que, a la manera del poeta popular analfabeto Ladislao Monterola que recitaba La canción de Rolando, según relata Carpentier (1975), adaptaban las fábulas de cuentos de hadas o relatos de aparecidos o inclusive leyendas de la historia patria como aquella de fundir la estatuilla de un Niño de Praga para confeccionar balas contra las tropas alfaristas, acción bendecida por el cura del lugar. Otra fuente de sus imaginarios narrativos habría sido sus visitas a la cárcel del pueblo en una época que llama de candor que posibilitaba que un niño de 4 años visite a reclusos en una cárcel aldeana.

LADRONES DE LEVITA

Ya en Polvo y ceniza, Eliécer Cárdenas nombra por contraste con Naún Briones, a Luis Aníbal Paz, el afamado Águila Quiteña quien se encontró con Naún en el prostíbulo Happy Land de propiedad suya, igual que el Araña Negra y en el que disfrutaron de una noche de solaz. El Águila Quiteña también daba dinero a los pobres y era muy popular por su gracejo.3

Otro personaje popular, divertido, caritativo con los pobres es el de Raffles Manos de Seda (La leyenda de un bandido) (2008), de Cárdenas, cuya historia es fraguada de un modo muy ingenioso. El profesor de literatura sustituto, compelido a explicar lo que es leyenda, cuenta a sus alumnos que su tío abuelo materno, cuyos padres vivían en la sonada casa de los siete patios en Quito, apenas nacido ya le robó a la partera su arete, y les incita a que continúen imaginando la historia de Raffles, el generoso bandido que también socorría a los pobres. La novela se elabora a partir de la imaginación de los jóvenes pupilos.4

Un personaje similar, aunque más turbulento, es El ladrón de levita (1990), de Jorge Velasco Mackenzie (1989; 2008; 2018), novela que narra las peripecias del salteador Enrique Mora Martínez en un doble enfoque: sus padecimientos en la ambulancia en que es llevado al hospital por un ataque cardíaco y en la forzosa operación quirúrgica, y los recuerdos de su vida y milagros.5

ASESINOS EN SERIE

Un caso distinto de personajes ligados a acontecimientos delictivos, en la jerga oficial, es el de los criminales seriales. Javier Vásconez incursiona en ellos. Así, Roldán, de la novela corta El Secreto, inspirado en Daniel Camargo Barbosa, nacido en 1930 en Colombia, violador y asesino de cien o ciento cincuenta niñas entre 1968 y 1986, en los años que estuvo libre en Colombia y Ecuador, apresado en Quito ocho antes de su asesinato en la cárcel y de la escritura de El Secreto. Camargo era un psicópata singular, lector de Dostoyevski, de sorprendente inteligencia y complejos mecanismos de legitimación de sus crímenes (Loaiza 2021).6 El Pájaro Febres Cordero, periodista del diario Hoy, le realizó una entrevista cuya reseña conmocionó a sus lectores e irritó a muchos por lo que debió suspenderla. Javier Vásconez afirma haber acompañado al Pájaro en su entrevista.

¿Devino Roldán-Camargo en un personaje legendario? Diversos sucesos coadyuvantes daban para ello. Varios años antes había irrumpido en el país, el Monstruo de los Andes, psicópata torpe y brutal que asesinó a cientos de niñas y desapareció en manos de la policía colombiana. Y, poco después, en 1990, el adolescente Juan Carlos Hermosa, el Niño del Terror, fue acusado de asesinar a varios taxistas en medio de variadas conjeturas.7 De hecho, el país vivió lo que se llama de modo prosaico, una "ola de pánico" (Moreano 1992).8

Veinte años después, Vásconez retornó al tema de los asesinos en serie en Hoteles del silencio (2015). La novela se halla dividida en dos secciones, la primera que narra los amores y celos entre Jorge Villamar, un librero común y corriente, y Loreta, una muchacha encinta con una historia peculiar que incluye a un padre ausente y posible malhechor, y la segunda, en que la trama es sacudida por los atroces asesinatos de niños para sacarles los ojos9 por mafias del tráfico de órganos. La doble tramoya permite oponer a Loreta embarazada y los infantes mutilados e incluye a Gregorio Samsa, conocido entre los nómadas de Quito como el "Oruga" y asesino del padre del protagonista.10 A la par, el amor y los celos llevan a los protagonistas a reunirse en hoteles de Quito y Madrid. Los hoteles son entrañables a Vásconez: refugio de viajeros, adúlteros, borrachos, e incluso suicidas como Pavese, propician la lejanía y la indiferencia respecto a la vida del entorno, transfiguran así el mundo en un eterno lugar de paso.11

Son muy reveladoras las diferencias entre los bandoleros y ladrones de levita de Eliécer Cárdenas y los asesinos en serie de Javier Vásconez respecto a la problemática de lo que la justicia civil llama delito y la Iglesia, pecado.

Vásconez se remite a los crímenes en serie, en los que pretende simbolizar una iconología del Mal, una visión apocalíptica.

En tanto, Cárdenas se remite al bandolero o ladrón de levita, justicieros, partidarios de la probidad ética. De allí que, por ejemplo, articule su trilogía bandolera con la que denomina trilogía de justicia que concierne también al problema del crimen y la justicia, sea ética o de modo antitético, legal con sus inveterados laudos equívocos.

Antiguas mañanas (2015), la primera narra la historia de un grupo radical -animalista diríamos hoy- instaurado, entre otros, por un huraño profesor de música y una muchacha, equipo que decide liberar a un puma recluso en un zoológico, pero que se ve implicado en un enigmático homicidio. Una trama poco congruente que permite evidenciar los imaginarios justicieros de los jóvenes de hoy, los contrasentidos de su idealismo y los equívocos de la justicia legal.

Cabalgata nocturna (2016), la segunda, narra un crimen perpetrado durante una cabalgata nocturna en un club de equitación12 construido en Río Chico, antigua hacienda gamonal, por un advenedizo, Benedicto Chamba y su llamativa esposa. Una cabalgata nocturna es una actividad sofisticada, ostentosa que, en esta trama, pone al descubierto las ambiciones, escrúpulos y prejuicios de antiguos y nuevos ricos, a la par que las ambigüedades de la justicia legal en la investigación y castigo de los delitos enigmáticos. Narrada por un pariente de Chamba, configura el trío de Víctor, un antiguo gamonal, Rebeca y el propio Chamba, que concluye con el asesinato de Víctor. Cabalgata nocturna es un trhiller, manejado con los recursos clásicos del suspense: información oculta, sospechas inducidas, misterio.

Tardes de mar y boleros (2019), la tercera, narra los tortuosos entramados judiciales en torno al proceder de Sibila, que no hizo nada para impedir el suicidio de su esposo Esteban, rico empresario refugiado en una casa en la playa que, aquejado de una enfermedad terminal, se quita el respirador. La historia se complica por las acusaciones de la cuñada de Sibila, los tortuosos manejos de su amante y la aparición del cadáver de un joven del lugar. Un auténtico triller que se sostiene en las habilidades literarias de Eliécer Cárdenas.

Quizá resulte orientador señalar las divergencias entre ambas perspectivas, refiriéndonos a la actual crisis ambiental y que Fredric Jameson, la sintetiza con una frase extraordinaria "es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo".13 En efecto, la parafernalia de derecha sobre la crisis global insiste en señalar como su causa central a lo que ellos consideran exceso de población. Los investigadores de la era soviética señalaban que con la capacidad productiva de entonces, si se eliminaran todas las desigualdades de raza, género y clase -es decir el socialismo-, la humanidad sería capaz de producir la suficiente cantidad de alimentos, educación, salud, vivienda... a cien mil millones de personas. Tal la diferencia entre una visión apocalíptica y otra fundada en un futuro esperanzador.

LA SAGA HISTÓRICA DE ELIÉCER CÁRDENAS

En los 70 y 80 del siglo XX, se publicaron dos novelas históricas de influencia y gravitación en la escena literaria, María Joaquina, en la vida y en la muerte, de Jorge Dávila Vázquez, y Pájara la memoria, de Iván Egüez. En los 90 se publicaron Aprendiendo a morir, sobre la vida de Mariana de Jesús (1997); Jonatásy Manuela, de Argentina Chiriboga (1994), novelista, poeta y antropóloga afroecuatoriana, sobre la mucama esclava y amiga de Manuela Sáenz; Luis Zúñiga con Manuela, la generala del ejército de Sucre y Bolívar (1991, [1997]); Rayo, el asesino de García Moreno (Zúñiga 2000); Mientras llega el día (1990), de Juan Valdano (Cuenca 1940-Quito 2021); Morga (2007), de Alfonso Reece Dousdebés; Aprendiendo a morir (1997), en torno a Santa Mariana de Jesús; Sé que vienen a matarme (2001), sobre la vida y asesinato del presidente Gabriel García Moreno, y Memorias de la Pivihuarmi Cuxirimay Ocllo (2008), hija de Huayna Cápac, de Alicia Yánez Cossío.

Cárdenas no solo escribe novela histórica, sino que tiene una verdadera obsesión por la precisión historiográfica en toda su narrativa. Así, por ejemplo, el contexto epocal e inclusive la exactitud de las fechas en Háblanos Bolívar sobre el golpe militar de 1963, o de la invasión peruana de 1941-1942 y del Gobierno de Arroyo del Río en el Árbol de los quemados o de las primeras décadas del siglo XX en Polvo y ceniza, o del período de Urbina hasta la aparición de Velasco Ibarra respecto a la figura categórica de González Suárez en Que te perdone el viento, o de la década de los 90 en Una silla para Dios.

Late, asimismo, una obsesión por la exactitud espacial. Así en Polvo y ceniza y su "saga de bandoleros", por ejemplo, sobre las regiones de la provincia de Loja. Igualmente, por los barrios de Cuenca o Quito o aun Guayaquil, la región de las ruinas de Ingapirca, e inclusive por vestidos, hablas populares. comidas, parajes...

Hay además un contexto histórico en casi todas sus novelas, no se diga en las taxativamente históricas. Así, por ejemplo, en Las humanas certezas: la junta militar del 63-67, la reforma agraria junker, la lucha campesina y el perentorio Taita Carnaval.14

O en Los diamantes y los hombres de provecho en que una muchacha y dos jóvenes rebeldes mochileros -Gauguin, Alicia y Alejandro- zangolotean en torno a las guerrillas latinoamericanas, en especial la del Che en Bolivia, la guerra de Vietnam, el proceso fallido y un poco histriónico de organizar un movimiento guerrillero en el Ecuador con solo un revólver y un manual copiado a mano, para terminar de grises burócratas en su vida adulta. En El viaje de Padre Trinidad (2005), toda una historia de imaginarios populares y de una tribu de gitanos -perseguidos por el comisario Núñez, quien, sin embargo, golpeado por el mundo, se les aproxima- se entrama con el trasfondo del terremoto de Ambato. La novela fue presentada en el IX Encuentro de Literatura Ecuatoriana Alfonso Carrasco Veintimilla de Cuenca.15 En Del silencio profundo, los años 50, el populismo velasquista y la embrionaria expansión urbana, modelan el contexto histórico de la novela.

Se puede advertir igualmente una correspondencia entre la edición de algunas novelas y un referente histórico. Tales los casos de Diario de un idólatra (1991), cuya edición estuvo referida tanto al levantamiento indígena de 1990 cuanto al aniversario de los 500 años de la llegada de Colón y el inicio de la colonización de América Latina que los españoles llamaron el "encuentro de dos culturas",16 y los pueblos latinoamericanos, en especial, los pueblos originarios, como el inicio de un aterrador genocidio y de una no menos cruel opresión y explotación. Y La rebelión del Marqués (2010) coincide con los 200 años de aniversario de los inicios de la Independencia del Ecuador y América Latina. Y El pinar de Segismundo es imaginada en torno a los 100 años del nacimiento de Jorge Icaza.

Las novelas propiamente históricas de Eliécer Cárdenas son Háblanos Bolívar (1983), Diario de un idólatra (1991), Que te perdone el viento (1993), El pinar de Segismundo (2009) y La rebelión del Marqués (2010).

Háblanos Bolívar (1983), finalista del Premio Rómulo Gallegos, entreteje la figura de Bolívar y sus hazañas con 1963 y la dictadura militar de entonces, y muestra, de ese modo, con un cierto tono de intriga policial, los conflictos de casta de la sociedad cuencana.17

Diario de un idólatra (1989) entrelaza pasado y presente en las figuras de dos personajes, un fraile de la primera época de la conquista española, la de la "extirpación de las idolatrías", que se adentra en la región de los cañaris, y la de un arqueólogo sigloventino de las ruinas de Ingapirca. Consecuente con su afán de mostrar siempre las contradictorias y aun conflictivas tesis sobre los diversos acontecimientos humanos e históricos, Cárdenas opone la vitalidad de los pueblos originarios y la extrema violencia de la conquista y "extirpación de las idolatrías", en la que participó también de modo ambiguo y contradictorio la Iglesia, con la actitud favorable de los cañaris a los conquistadores españoles por su temor a los incas, hábilmente manipulada por Pizarro y los suyos. El arqueólogo, a partir de su búsqueda de identidad personal y cultural, expresa también, de modo angustioso, la búsqueda de las raíces ancestrales. Vale recordar que la arqueología del país se desarrolló bajo la concepción hispanista de Jacinto Jijón y Caamaño que consideraba que los pueblos sin escritura no tenían historia y eran, por lo tanto, bárbaros. Y todo ese complejo intríngulis, a los 500 años de la conquista y colonización españolas de nuestros pueblos.

Que te perdone el viento (1993) versa sobre el asesinato de Eloy Alfaro percibido desde la sensibilidad, las dudas, "los anhelos, los odios, las codicias" (Cárdenas citado por Hayek 1993, 86) y sus responsabilidades, como máximo jerarca de la Iglesia, del arzobispo de Quito monseñor Federico González Suárez, el prelado que buscó tender puentes entre los conservadores y la Iglesia con los liberales, en virtual guerra civil pocos años ha de su consagración como arzobispo.

Clásico ir y venir de Cárdenas, la trama se desenvuelve de modo paralelo entre la cruel incineración del General de las derrotas, organizada y atizada por clérigos, hecho conocido por monseñor que no hace nada por impedirlo salvo sufrirlo, y las memorias y anticipaciones18 del arzobispo que, estimulado por el canónigo Contreras y "su fiel Enríquez", entre otros, rastrean su vida desde su niñez pobre en que iba descalzo a la escuela, su ingreso donde los jesuitas que fueron traídos por García Moreno y su alejamiento de ellos en 1872; sus múltiples estudios, su vida en Cuenca y su actividad política como diputado y senador; su intransigencia contra Veintimilla y los liberales, sus estudios de historia y sus investigaciones arqueológicas que dieron origen a varios textos; sus actividad como obispo de Ibarra, su fundación de lo que luego sería la Academia Nacional de Historia, el famoso Te Deum al que de modo inesperado asistió Don Eloy que lo invitó a una tenida masónica; su amistoso encuentro con motivo de la llegada del Ferrocarril, su conversación con el joven Velasco Ibarra. Todo ello en el marco de peliagudas situaciones personales que incluyen su enamoramiento, sus dudas, vanidades, ambiciones, sufrimientos.

Personaje histórico, legendario y literario, a la vez personaje público e íntimo. Verdad y verosimilitud. Toda la habilidad literaria de Cárdenas se juega en su capacidad de conjugar esos niveles: "¿Dónde termina la frontera de lo escrito por G. Suárez en sus Memorias, lo leído por Contreras y, a su vez, lo leído y lo escrito por el propio autor de la novela?".19

El pinar de Segismundo (2009), es una novela chispeante, desusada en un autor y una época literaria de poco humorismo. Discurre sobre la eventual candidatura a la Vicepresidencia con Camilo Ponce Enríquez de Gonzalo Zaldumbide,20 el autor de Égloga trágica, novela escrita entre 1911-1912 y publicada en 1956 y la conspiración tramada por Jorge Icaza, César Dávila Andrade, a través de Tíber, Oswaldo Guayasamín y G. Humberto Mata, por designio de Benjamín Carrión, para destruir la novela oculta en cuatro lugares heterogéneos por Grijalva, trasunto del personaje de Égloga trágica, Ricardo Arellano: la leprosería de Verde Cruz, la biblioteca jesuita de Cotocollao, un antiguo obraje en la hacienda El Pinar del mismo Zaldumbide, y la casa parroquial de Malacatos.

Los trucos de los personajes son más convencionales que ingeniosos: Icaza se disfraza de campesino para acceder a El Pinar, hacienda de Zaldumbide; Guayasamín, de fraile dominico con el objeto de ingresar a la biblioteca Aurelio Espinosa Pólit; Tíber viaja en su carro a embaucar al cura a Malacatos y G. H. Mata arma un recital poético en el leprosario. La trama se complica por la llegada conjunta del eximio poeta León Felipe, desterrado en México y embajador de la República Española en exilio reconocida por el Gobierno de Lázaro Cárdenas, y de la cantante Lola Flores, la Faraona, y el escritor José María Pemán, delegados del franquismo. La novela arma entonces una hilarante aventura amorosa entre Icaza y Lola Flores que termina en la borrachera del escritor y la burla de la cantante española que le espeta sarcástica: "No tengas pena, aventurero, que entre nosotros no ha pasado ná de ná".

Escrita a propósito del centésimo aniversario del nacimiento de Jorge Icaza, la novela enfrenta el modelo de narrativa encarnado por Égloga trágica, culminación tardía del indianismo de Cumandá escrita en 1877, y el indigenismo representado por Jorge Icaza, Guayasamín y, de alguna manera, por Boletín y elegía de las mitas (1959), de César Dávila Andrade (Vallejo 2021).21 La figura de G. H. Mata, adversario de los otros complotados, es parte de las artimañas literarias de la historia cuencana.

Magistral en el manejo de tan intrincados avatares, El pinar de Segismundo es quizá la mayor novela humorística de nuestra historia literaria.

La rebelión del Marqués, escrita en 2010, aniversario del llamado "Primer Grito de Independencia del Ecuador y América Latina", narra en un doble registro los acaeceres y peripecias de Fermín, un mestizo pobre pero letrado del siglo XIX que vive sus apetencias y tormentos, junto a las turbulencias del Ecuador recién independiente, de personajes históricos como Juan Pío Montúfar, Espejo y García Moreno.

CÁRDENAS: LA NUEVA NARRATIVA Y EL PROYECTO DE MODERNIDAD LITERARIA

La narrativa de Eliécer Cárdenas es un claro ejemplo de las vicisitudes del proyecto de modernidad literaria iniciado a partir de los años 70 del siglo pasado.

Sin que lo hayan dicho en un manifiesto colectivo, los narradores de los 70 proclamaron una nueva propuesta estética. Bajo la advocación de Pablo Palacio, esa poética marcó distancias respecto a la literatura de los 3022 y pretendió ser su contrapartida: una narrativa urbana que buscaba superar los límites del realismo social y captar la complejidad de lo real y el espesor de la subjetividad. Esa ruptura postulaba, sobre todo, pasar del personaje tipo en situaciones típicas, expresión de un grupo o clase social, al personaje-individuo con una complejidad psicológica propia.

La realidad figuraba darles la razón y conducir al siglo XX literario: en esas dos décadas, 60 y 70, la universalización de las relaciones mercantiles habría instaurado el reino de los individuos ciudadanos, portadores de intereses privados que fracturan y atomizan el mundo social y establecen relaciones impersonales, anónimas, abstractas. Es decir, el horizonte de visibilidad del individuo, del héroe sin fundamento de la novela contemporánea. Tal como decimos en otro texto:

Todo parecía indicar el triunfo discreto pero efectivo de la modernidad... Nuevos símbolos de la mitología urbana: centros comerciales, grandes avenidas, parques modernos y escenarios deportivos en lugar de las viejas Iglesias y plazoletas, las callejuelas y los zaguanes. Otra vida social. La antigua bohemia, confinada a las cantinas, reemplazada por una experiencia diversificada: galerías, lanzamientos de libros, cafés, cine-fórum, teatro, peñas folklóricas, los ritos de la cultura de masas: espectáculos musicales, festivales rocoleros, la promoción masiva del deporte (Moreano 1992).

Pasar del siglo XIX al XX, de Balzac, Flaubert y Zola a Joyce y Kafka, del campo a la ciudad, de la masa al individuo, del personaje tipo al héroe sin atributos: he allí la aventura de los escritores ecuatorianos en sus sucesivos asesinatos de la generación del 30. Así, según Hernán Rodríguez Castelo, Jorge Icaza y su novela, Huasipungo serán el perpetuo "punto de referencia negativo... [del] que hay que huir" (Rodríguez s.a.). ¿Huida del realismo social y, a la vez, de la madre tierra23 y de los indios, es decir de las raíces de Edipo?

Tal fue el discurso que acompañó como una sombra a la crítica y las concepciones de la casi totalidad de los escritores posteriores al 30.

Lo extraño de dicho discurso es que no habría correspondido -a veces abiertamente a contracorriente- al rumbo de la narrativa del cual pretendía ser su guía y fundamento.

La sorpresa es inmensa. Los escritores posteriores a los de los 70 y 80, emergieron y plantearon de manera reiterativa la misma tesis.

Pecky Andino declaró que los jóvenes escritores del 2000 no eran parricidas porque eran huérfanos. Lo que quería decir era, o bien los escritores de la anterior generación no existieron o bien eran tan anodinos que no merecían ser asesinados. Los pertinaces parricidas, en la juntura de siglo y de milenio, 1999, volvieron a insistir en los mismos términos. Tal parece que esa crítica incesante y reiterada funciona como una suerte de fracasada ceremonia de iniciación, la confesión de que en definitiva después de los 30 no ha cristalizado una nueva "narrativa ecuatoriana", una nueva poética.24

A la postre todo resultó un espejismo, tanto la modernidad social y política cuanto la literaria. El desarrollo del capitalismo ecuatoriano no cumplió el sueño de la modernidad. Paralizado luego de su primer impulso, no penetró hasta las profundidades de la vida social, preservando formas premodernas o de una modernidad distinta que han conseguido desplegarse de una manera diferente a la del individuo-ciudadano de la democracia capitalista clásica.25

Ciudad moderna, personajes subjetivos de hondos demonios interiores: he allí el discurso. Lo real: bandoleros y escenarios rurales, personajes legendarios, la vieja ciudad de los 30, novela histórica...

Lejos de la novela moderna e incluso del drama decimonónico de clásica factura balzaciana o naturalista, en lugar de ir hacia delante -en la cronología de las formas literarias europeas- la moderna narrativa ecuatoriana habría ido hacia atrás, hacia la leyenda, la saga, es decir, hacia esas formas que surgen del proceso de descomposición del mito y la epopeya, o hacia la crónica, universo anterior a la narración histórica inaugurada por Michelet.

En efecto, en ella asumieron particular importancia las figuras de la leyenda popular -Naún Briones, la Linares, Julio Jaramillo- y de la literatura -Gallegos Lara y el Fakir-, personajes que pertenecen a las mayores novelas del período. En el momento en que se postulaba el nacimiento del personaje-individuo dramático o aun del héroe sin atributos (el antihéroe), lo que realmente surgió fue el personaje legendario, aquel que pertenece a fases muy anteriores a la novela balzaciana, la de los inicios de la transición de la epopeya a la novela moderna, del héroe mitológico al personaje. Las formas de construcción del personaje fueron las propias de la saga: jamás desde la subjetividad sino desde el rumor, la mirada, la fascinación de los otros. Tal es su verosimilitud. No se trataba, por supuesto, de una desmitificación -desmitologización- sino, por el contrario, de una mitificación, de la construcción de la leyenda

Jorge Dávila Vázquez señaló que, amén de la "penetración en el alma de los personajes", el "tránsito de lo rural a lo urbano" era otra de sus características diferenciales con la narrativa de los 30. Diego Araujo, Hernán Rodríguez y otros críticos han insistido en ese tópico

Sin embargo, si bien buena parte de la narrativa de la generación del 30 transcurre en el orbe campesino -indios, cholos y montubios- sea en Huasipungo, Los que se van, o las novelas y cuentos de Demetrio Aguilera Malta y José de la Cuadra, tuvo también una presencia urbana muy sustancial: las novelas de Alfredo Pareja Diezcanseco y Joaquín Gallegos Lara, varias del propio Icaza como Cholos, En las calles, Media vida deslumbrados (Cevallos 2007),26El Chulla Romero y Flores, y su trilogía final Atrapados (1972), compuesta por El juramento, En la ficción y En la realidad, y que narran los avatares de un escritor, alter ego del propio Icaza, y sus conflictos suscitados por la creación artística.

Pero, más sorprendente aún es el hecho de que la ciudad de los narradores del período en cuestión, modele en varios casos una textura anterior a la ciudad de Icaza. Así lo es en Vásconez, Iván Egüez, Jorgenrique Adoum, Francisco Proaño, Santiago Páez: ciudad aldeana, confinada al centro histórico, relaciones personales no anónimas, la urdimbre de los rumores, espacios cerrados, la vieja casa de inquilinato, los cuartuchos malolientes de las pensiones de citas, no la ciudad moderna sino la vieja ciudad de los años 30 o 40. Un ejemplo: el orden de los candados y las puertas cerradas en el cual las solteronas, los viejos, la patrona y la criada se encuentran condenados a vivir juntos hasta la muerte, en algunos cuentos de Francisco Proaño y Jorge Dávila Vázquez. Otro, el tout Quito de Vásconez. En su novela La sombra del apostador (1998), la descripción física se agota en la vieja ciudad: la Plaza Grande, la Marín, las calles empedradas que van a dar al Cotocollao de los cuyes, el hipódromo de La Carolina. Pero, no solo la imagen física sino la atmósfera moral, el carácter de las relaciones personales. Por ejemplo, la técnica de la malla de rumores y chismes, y que remiten al viejo Quito, una aldea donde aún los personajes son sociales-comunales. De modo explícito "Angelote amor mío", su cuento más famoso, transcurre en la vieja ciudad monástica y conventual de su familia aristócrata que se remite a vírgenes y santos para condenarlo en secreto y protegerlo a cielo abierto. E incluso en su última novela vuelve al viejo Quito del Conde Jijón y la Circasiana.

Las novelas históricas euroccidentales se fundan en la máxima flaubertiana que inaugura la novela moderna: el yo excede al mundo. Así Los tres mosqueteros luchan por preservar, contra las intrigas de Richeliu, la intimidad de los amores de la reina de Francia con el Canciller de Inglaterra. El amor frente al deber: Dumas, el narrador, reconoce el patriotismo de Richeliu, pero condena la intromisión oficial en la vida privada. De hecho, los amores de la Reina con el Duque de Buckingham constituyen, en la mirada pública, un acto de traición a la patria.

En la novela histórica del país, en cambio, los protagonistas son figuras de la historia oficial como monseñor González Suarez o Bolívar o los escritores y artistas de la generación del 30 que son parte de las novelas de Cárdenas, o en otras novelas de la época, Marieta de Veintimilla,27 Mariana de Jesús, García Moreno,28 Dolores Veintimilla,29 Manuela Sáenz y Faustino Lemos Rayo,30 Antonio Morga, presidente de la Real Audiencia de Quito entre 1615 y 1636,31 además de figuras de la literatura como Joaquín Gallegos Lara, César Dávila Andrade, el Fakir, y de la leyenda como Naún Briones, la Linares, Julio Jaramillo. Novelas en las que los imaginarios públicos, privados y legendarios legitiman a los protagonistas históricos quienes en ocasiones -la Linares, María Joaquina- cambian de nombre de modo casi eufemista.

No cumplen en suma la desconexión del yo con el mundo, inaugurada por Madame Bovary y que, en la historia europea, se corresponde con la era de las sagas, crónicas y leyendas, formas que surgieron del largo proceso de descomposición del mito y la epopeya.

Y es que cada sociedad tiene su propia génesis de las formas literarias y artísticas y no la subordinación a la historia cultural europea, con 50 años de retraso. Eliécer Cárdenas es un gran exponente de dicha máxima.




NOTAS


1 En novela: Juego de mártires (Cuenca, 1976); Polvo y ceniza, Premio Nacional "Nuevos Valores de la Novela", Quito, 1978 (Cuenca, 1979); Del silencio profundo (Cuenca, 1980); Háblanos Bolívar (Cuenca, 1983); Las humanas certezas (Quito, 1986); Los diamantes y los hombres de provecho (Quito, 1989); Diario de un idólatra (Quito, 1991); Que te perdone el viento, Tercer Premio III Bienal Ecuatoriana de Novela (Quito, 1993); Una silla para Dios, Segundo Premio Concurso Nacional "Ismael Pérez Pazmiño", 75 años de diario El Universo, 1996 (Quito, 1997); El obscuro final del Porvenir (Quito, 2000); Las innumerables tribus de los muertos (2004); El viaje de Padre Trinidad (2005); Raffles manos de seda: (la leyenda de un bandido) (2008); El árbol de los quemados (2007); Raffles, manos de seda (2008); El enigma de la foto perdida (2013); El hombre del brazo inerte (2013); Las antiguas mañanas (2015); Un fantasma en la oficina (2015); Cabalgata Nocturna (2016); Una piedra y su viaje (2016); La canción de los números (siglo x); Tardes de mar y boleros (2019); Diario de Hermes (2020). En cuento: Hoy al General (Cuenca, 1971); Narraciones —con Jorge Dávila Vázquez— (Guayaquil, 1979); Siempre se mira al cielo (Cuenca, 1988); La incompleta hermosura (Quito, 1997); La ranita que le cantaba a la luna, Premio "Darío Guevara" (Quito, 1998); Honor familia Relatos del día libre (2004), Premio Joaquín Gallegos Lara. En teatro: Morir en Vilcabamba, Premio Nacional "Aurelio Espinosa Pólit" (Quito, 1990).

2 En varias entrevistas, Eliécer Cárdenas cuestiona la versión cinematográfica de César Carmigniani tanto por la reducción de la simbología de Naún cuanto por el uso de una vestimenta propia de los habitantes de Cotopaxi y no de Loja.

3 Jorge Ribadeneira Araujo nos cuenta que luego de robarle la cartera a Pachito Chiriboga Bustamante, aristócrata quiteño, y encontrar muy poco dinero, le dejó un papel escrito: no sea muco. Narra también el robo del reloj al propio jefe de investigaciones, y su trágica muerte en el penal de la isla de El Frontón en el Perú (Ribadeneira Araujo 1994).

4 Y, así los alumnos en 14 capítulos elaboran la historia de Raffles: Lisetta narra el robo de las medallas de la escuela que el futuro Raffles realiza indignado por su función segregacionista; Freddy, el encuentro con Benjamín el zurdo, experto ladrón; Nico, la elección de su nombre en una novela de aventuras; Pepito Mora, su generosidad con los pobres; Vizcaíno, la figura del intendente Camacho, hábil pesquisa; Gabriel Muñoz, el repliegue de Rafles y su castigo al usurero Don Dimas, el robo de su fortuna y su entrega a un asilo de huérfanos; Lourdes introduce la nota romántica e imagina a Luciana, una niña adinerada en procura de aventuras; Felipe imagina el rescate de Benjamín el Zurdo, preso en las islas Galápagos; Alfonso, la captura de Raffles por infidencias del novio borracho de la empleada de Luciana; los intentos fracasados de Luciana por rescatarlo del Penal García Moreno; el indulto a Raffles quien viaja a Nueva Orleans donde se hizo famoso realizando espectáculos con sus manos de seda en un famoso salón.

5 La historia invoca de continuo al celebérrimo asesino en serie Caryl Chessman, el bandido de la luz roja, condenado a muerte en 1948 y que pasó doce años en el corredor de la muerte de la prisión de San Quentin estudiando derecho, latín y griego, examinando sempiternamente su caso, haciendo de abogador defensor, apelando su sentencia todo el tiempo y escribiendo cuatro textos Celda 2455 pabellón de la muerte (1954), Condenado a muerte, juicio por prueba (1955). El rostro de la justicia (1957), y su novela El Chico era un asesino (1960), todas de buena factura literaria. La recurrencia de Velasco Mackenzie a Chessman no es solo una condena política al sistema carcelario y a la pena de muerte, sino una suerte de metáfora de la indistinción, confluencia y aun fusión de personaje y narrador.

6 "Camargo, según cuenta en algunas entrevistas Óscar Bonilla, el psiquiatra que lo atendió, vivía según un precepto atribuido a Osho: "Si no vives peligrosamente, no vives. La vida solo florece en el peligro. La vida nunca florece en la seguridad [...] Cuando todo está yendo a la perfección, fíjate, te estás muriendo y no pasa nada" (Loaiza 2021).

7 La más socorrida de las cuales señalaba a un militar de alta graduación, cuya hija se suicidó luego de ser violada por un taxista.

8 El texto al que he hecho varias referencias — Alejandro Moreano, La vieja ciudad recoge sus pasos— imagina a un experto en novelas policiales, W. K., que, sobrecogido por los crímenes de masa de fines del siglo ocurridos en Quito, similares a los que en el Londres del siglo XIX gestaron el imaginario de Sherlock Holmes a partir del "gran Criminal", Jack el Destripador, retorna a la capital ecuatoriana al cabo de 40 años.

9 La prensa sensacionalista e impúdica llegó a informar incluso de camiones que se dirigían a Colombia con cuerpos de niños faenados.

10 Otro guiño de Vásconez a Franz Kafka.

11 Vladimiro Rivas reconocía a Vásconez como emblema de una suerte de mester de hote-lería a la manera de los mesteres de juglaría —cantares de gesta como el Poema de Mío Cid— clerecía —Gonzalo de Berceo, Milagros de Nuestra Señora, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor— y cortesía — El Conde Lucanor de Don Juan Manuel— relativos a los sectores populares, el clero y la nobleza. ¿A qué estrato se remitiría el Mester de hotelería?

12 Resulta curioso advertir la relación, aun cuando casi cincuenta años después, entre el hipódromo de La sombra del apostador de Vásconez y el más sofisticado club de equitación de Cabalgata nocturna, ambos ligados a los regodeos de las élites.

13 Slavoj Zizeck, en referencia a la tesis de Fredric Jameson, recalcó: "Tal parece que el capitalismo sobrevivirá no al fin del mundo sino al de la humanidad".

14 "El 86 apareció su tercera novela Las humanas certezas, en 180 páginas donde los animales y las cosas opinan sobre una comunidad indígena del Cañar, para lo cual el autor aprovechó sus experiencias como político. "Todo el texto es una maravillosa prosopopeya articulada en un lenguaje de gran sugerencia poética. El desenlace ensalza el poder de la vida sobre la muerte" (Pérez Pimentel).

15 Declaraciones de Cárdenas en una entrevista: "Son los años en que yo nací y el terremoto de Ambato es una de las grandes tragedias físicas del país. Esta situación sirve de marco para enfocar una serie de situaciones, actitudes, prejuicios y valentías también de nuestros pueblos. Y en medio de todo esto aparece la tribu de gitanos, que le da la dinámica de la acción a la novela, porque sus integrantes son acusados de un robo por un comisario y este los persigue a través de un ferrocarril, donde ellos viajan, por gran parte de la geografía del país. Es una novela de integración y de evocación del ferrocarril".

16 Numerosos escritores, Agustín Cueva entre los primeros, ironizaron la frase: "encontronazo" habrá sido.

17 "Los elementos maravillosos tienen también una función importante en otras novelas de Cárdenas, como [...] en Háblanos Bolívar por el diálogo de los monumentos del conquistador español y la cacica indígena Quilla" (Araujo 1990, 27-30).

18 Flashback o analepsis, a veces racconto, y flashforward o prolepsis.

19 La cita viene antecedida por otra: "Esta perspectiva resulta particularmente enriquecida en el capítulo IV, cuando el narrador mira al canónigo Contreras; este a su vez está ávido por ingresar en las Memorias íntimas del arzobispo y, una vez allí, es muy sutil la frontera entre la propia retórica de Eliécer Cárdenas y la de G. Suárez. Este recurso intensifica la intriga. Contreras imagina todo lo ocurrido con el arzobispo; por ejemplo, su relación con un hacendado azuayo, la mujer de la que se enamora el arzobispo, entre otros hechos. Todo es producto de su imaginación, pero los lectores que desconocen las Memorias de Su Ilustrísima alimentan sus sospechas a medida que acompañan al curioso canónigo por esos enigmáticos papeles". Ver Hayek (1993, 85-92).

20 Irónicamente, en 1960, Benjamín Carrión, el mentor de la intriga contra Zaldumbide, será candidato vicepresidencial en una fórmula de izquierda.

22 Es evidente que la narrativa de los 30 no fue tal cual la cuestionan sus rivales y comportó personajes complejos, riqueza verbal, lenguaje de fuertes connotaciones. Mas, la afirmación de la nueva poética requería, sin duda, desvalorizar a aquella frente a la cual se erigía como su crítica-superación. Así ocurre siempre por lo demás.

23 La huida de la narrativa de la Madre Tierra es general: Carlos Fuentes, retomando una afirmación de Arturo Cova, señaló: "Se los tragó la selva... se los tragó la montaña, se los tragó la mina, se los tragó el río", citado por Jorge Enrique Adoum (12).

24 Tanto es así que, en las encuestas sobre los mejores escritores ecuatorianos del siglo XX, la mayoría de los señalados fueron de los 30 y ninguno de la segunda mitad del siglo XX. Se tiene la sensación de que la generación de los 70 no acabó de arrancar hasta ahora. De allí que siguieron siendo llamados hasta fines del siglo "los jóvenes escritores". Más aún, Javier Vásconez, el más conspicuo de todos ellos, editó del 2003 al 2006 a los narradores del "grupo de Guayaquil" —José de la Cuadra, Alfredo Pareja, Demetrio Aguilera, Joaquín Gallegos y Enrique Gil, amén de Medardo Ángel Silva y Ángel F. Rojas— cuando fue propagandista de la alcaldía de Jaime Nebot.

25 El movimiento indio es un claro y excepcional ejemplo de una presencia política distinta en la vida política moderna, bajo formas disímiles a las de la ciudadanía.

26 Dicha novela es por esta razón la más lograda de Jorge Icaza y junto al relato "El nuevo San Jorge", constituyen, en mi opinión, lo más importante de su narrativa.

27 Novela de Jorge Dávila, María Joaquina en la vida y en la muerte.

28 Hija de Huayna Cápac y esposa sucesiva de Atahuallpa, Francisco Pizarro y Juan de Betancos con todos los avatares dramáticos consecuentes. Novela de Alicia Yánez Cossío, 2008.

29 Junto a Mariana de Jesús, Pivihuarmi Cuxirimay Ocllo y García Moreno son los personajes de la narrativa de Alicia Yánez Cossío.

30 Novelas de Luis Zúñiga.

31 Novela de Alfonso Reece Dousdebés.


Lista de referencias


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