KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS CULTURALES,
No. 50 (Julio-Diciembre, 2021), 197-202. ISSN: 1390-0102


RESEÑA


Martín Kohan, Confesión, Barcelona, Anagrama, 2020, 220 p.


Alan Matías Florito Mutton - Universidad de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina



La vida normal se desarrolla en la superficie, aboliendo mentalmente esa subciudad de galerías ocultas y latentes. Nadie piensa en ese subsuelo. Nadie se fija.

M. Kohan, Confesión (98).

Literatura y política. ¿Es todo política? Esa literatura que reina los bestsellers profundizan los procesos de reproducción social. También son política, pero un prototipo especial de escritura política que suele pasar inocentemente desapercibida. No es neutral ni tampoco es pura, pero se presenta de esa manera en las casas de ventas y en los medios masivos de comunicación. Es una escritura del ocultamiento.

Algunos piensan que es imposible entender sin destruir. Otros lo ratificamos, aunque añadimos que siempre se debe destruir para crear. La creación es destrucción de los límites de todo lo que se nos ha enseñado y de las creencias sobre una supuesta imposibilidad de que el pensamiento puede ser más amplio. La destrucción para entender y para crear tiene aires de familiaridad con la Teoría crítica. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando aquella escritura crítica de la sociedad se vuelve bestseller? Cuestión imposible de responder en el presente trabajo, pero que dispara la problemática de la desaparición del autor en pos de la venta (Foucault 2001).

La escritura como proceso de desocultamiento es esencial en cualquier esquema crítico. Kohan ofrece una literatura limpia, lineal, sin mareos, y cargada de cuestiones políticas. Por momentos su escritura es tosca y repetitiva. Por momentos su escritura cancela un recurso literario porque abusa de él. Seguramente hace abuso de él, por momentos, para cuestionar lo estilístico de las formas de escritura que han reinado durante años. Como sea. Lo cierto es que algunas de sus novelas las concebimos como mecanismos para desnaturalizar los engranajes de la maquinaria social que reproduce la cultura hegemónica. En nuestro caso, en Argentina, los poderes hegemónicos han invisibilizado, y aún lo hacen, el genocidio de la última dictadura cívico-militar.

La cultura hegemónica es una cultura que no demora, que necesita sujetos sedientos de consumo. Por el consumo mismo, al fin de cuentas, se consume. Es en la falta de demora que el mecanismo funciona bajo el lema de continuar hacia el futuro olvidando el pasado. Sí, olvidando también el presente. Olvido e invisibilización van de la mano en la estrategia de un amplio sector político de la Argentina. Este va de la mano de aquellas casas de venta de bestsellers.

La maquinaria genera consumidores activos dispuestos a defender los engranajes que todo lo mueven. Estos últimos deben ser alimentados por un tipo de energía humana tosca, siempre ansiosa de futuro y que no repara en el presente. Mucho menos se debe detener a pensar en el pasado. Cuando los objetos ansiados llegan a las manos de los fantasmagóricos consumidores, automáticamente pierden su éter.

Demorarse instantes para tomar conciencia de lo que ocurrió en un pasado que nos constituye es la antítesis de los supuestos que deben mover lo político y lo social hoy según los dictámenes del capitalismo. En el continuo clamor de correr ansiosamente en una forma de existencia que olvida, se puede contraponer una escritura que hace frenar al sujeto y lo ubica nuevamente en el tiempo. Kohan lo logra: en Confesión hay metonimias y hay metáforas. Hay diálogos, hechos pasados que resuenan en cualquier historia subjetiva que logra captar el conjunto de la obra y no sus pedazos.

Hay diferentes concepciones respecto a lo que la Teoría crítica es. 1 Creemos posible sintetizarlas parafraseando la que ofrece el fundador de la Escuela de Frankfurt, Max Horkheimer. Este afirma que la Teoría crítica se opone a la teoría tradicional porque no reproduce la sociedad existente, sino que es una detracción inmanente de la realidad histórica (Horkheimer 1980). En consecuencia, es la encargada de sacar a la luz las contradicciones básicas de la sociedad capitalista que se encuentran protegidas por sistemas culturales y teorías antropológicas que hacen creer que el estado social actual es cuasi natural. La Teoría crítica, en sus diversas formas, ofrece herramientas de destrucción para la construcción. Descartes fue un pensador crítico que se atrevió a ofuscar a los lectores cómodos logrando incomodidad: "Una vez en la vida, al menos, todo tiene que ser cuestionado".

Horkheimer y Adorno (2017) nos alertaron del proceso económico-político que se estaba gestando. La industria cultural masificada nace como estrategia para mantener la estabilidad social perpetuando el orden de las cosas. La sociedad capitalista necesita reproducir en todas sus formas, desde religiosas hasta artísticas, sus elementos primordiales para que la maquinaria funcione. En cambio, la Teoría crítica, en sus variadas formas, es una herramienta de desocultamiento de todo lo que hace girar los mecanismos sociales de explotación y violencia. La Teoría crítica tiene como fin la destrucción y la enseñanza de que lo actual no es natural ni eterno, sino que puede ser un estado pasajero de la historia de la humanidad.

Kohan nos tiene acostumbrados a pensar críticamente la sociedad desde la carnalidad misma de nuestra memoria. Suele sumergirse en las heridas de la historia nacional que sangran y no cicatrizan. La memoria, como en todo movimiento del espíritu, puede ser aprendizaje de lucha o mera melancolía que subsume las ansias de cambio en el temor de una regresión a un pasado que se quiere olvidar. ¿Pero es necesario el olvido para poder volver a proyectar un mundo mejor? Como todo hecho en el mundo: la voluntad tiene la última palabra. No se trata de olvidar para seguir avanzando, se trata más bien de recordar para ver qué es lo que han hecho de nosotros. A partir de la toma de conciencia, de que los seres humanos también somos productos de la sociedad, es que se puede avanzar hacia la construcción de una maquinaria que desmantele lo actual.

La escritura académica suele apelar a explicaciones sobre lo que fue la última dictadura cívico-militar con datos "duros". Datos de esto, datos de lo otro, estadísticas, pero el camino más efectivo para que la piel se erice es la carne propia que se endurece cuando la narratividad obtiene efectos directos en las cabezas. La electricidad se transmite al cuerpo. La literatura puede expresar voces, movimientos y deseos que se encuentren en el papel, pero que avanzan sobre la imaginación de los lectores para que se formen cuadros de lo ocurrido. A todo esto: ¿qué podría despertar en nosotros un personaje que desea con la más virulenta fuerza a Videla, el último y más sangriento dictador argentino? Es cuestión de atravesar las páginas de Confesión.

La escritura accesible y directa de Kohan, por momentos bastante rústica y entrecortada, permite tomar dos caminos. El primero es de una lectura sin carga teórica, en el que uno se puede deslizar apaciblemente a lo largo de la novela. El segundo es una lectura con ciertos vericuetos ingeniosos en el que a cada paso se introducen elementos psicoanalíticos y algunas referencias filosóficas.

La escritura de Kohan decidió empaparse hace más de una década en la última dictadura cívico-militar. En Ciencias morales, de 2007, y en Cuentas pendientes, de 2010, la existencia de los individuos en su narrativa tiene como escenario la militarización de las calles, de los colegios, del día a día. Pero no es un escenario que clausura todo el resto. No se agotan los sentidos que el lector puede ir entretejiendo. Los personajes son captados en sus días sin exigencia alguna de realizar una hermenéutica que se canalice hacia la violencia de la dictadura.

Confesión, novela de 2020, es una exaltación del recuerdo nacional desde una literatura política que invita a no olvidar. El olvido es el gran enemigo de todo pueblo si quiere sobrevivir en el tiempo. En este sentido, la crítica que la escritura de los frankfurtianos encarnaba, apelaba una y otra vez al dolor que causaron las guerras mundiales y el ascenso de los diversos sistemas fascistas en Europa.

En Confesión encontramos una escritura en tres movimientos que de alguna manera son unificados por la figura de Jorge Rafael Videla. La adolescencia de Videla es escoltada por el deseo sexual de Mirta López y por una serie de desahogos que ella realiza junto al padre Suñé en la iglesia de Mercedes.

En la primera parte de la novela, "Mercedes", se manifiestan las técnicas normalizadoras de los discursos evangélicos que intentan domar la sexualidad humana. Hay ecos del pensamiento foucaultiano que resuenan y acompañan las revelaciones inocentes de una niña y de su despertar sexual. Por otro lado, la teoría freudiana está presente. Se enmarañan así dos elementos: el discurso psicoanalítico, que dictamina la existencia de la sexualidad en los niños, y la crítica a ese discurso por parte de Foucault. Si para Foucault los espacios de confesión son las iglesias, Mirta López, en 1941, pocas chances tenía de ser escuchada como una mujer por fuera de ese templo de la verdad.

No debemos ser injustos. Foucault no solo critica los mecanismos de castigo propuestos por la Iglesia católica como parte del proceso de confesión, sino que la crítica de la confesión, como mecanismo de transparentar el alma, también se ubica en la supuesta ciencia que hace de la palabra el elemento de sanación. En 1941 hacía solo dos años que había muerto Freud y faltaba un año para que el psicoanálisis se instituyera en la Argentina. ¿Cómo hubiese sido tratada Mirta López en esa época por un hombre psicoanalista? Si bien el sentido crítico de Kohan se comprende por lo que genera la imagen del padre Suñé escuchando las minuciosas palabras que delatan hechos aberrantes para los hijos del Señor, no se siente ofensa alguna respecto a la crítica que se le hace a Freud por su reduccionismo de la vida humana bajo la envergadura de lo sexual. Con todo, Suñé amaba lo concreto, lo preciso, amaba lo puntual. Por este motivo es que el nieto de Mirta López, el narrador, escribe con esplendor sobre el onanismo de su abuela cuando era una niña.

Los relatos de Mirta López se intercalan con tramos de escritura que presentan la dialéctica naturaleza-cultura. En ellos se ofrece la idea del río como naturaleza y la idea de la ciudad como cultura. Lo oculto, lo natural, lo salvaje van por debajo de la ciudad. La ciudad le da la espalda al río. Grandes escritores han recurrido a la idea de río. Naturaleza y cultura están en tensión como lo está Mirta López. ¿Seguir los imperativos de su religión o permitir que lo húmedo desborde los límites de su vida? Porque su cuerpo ya vive en lo pantanoso que se tiene que secar.

"El río retrocede y va quedando cada vez más lejos. Y se va volviendo cada vez más fácil suponer su inexistencia [...] El cuento que Rodolfo Walsh estaba escribiendo, cuando se lo llevaron, era sobre eso. Luego los criminales irrumpieron en su casa, para saquearla y robarse sus cosas. Se llevaron también sus papeles. Del cuento no se supo más" (Kohan 2020, 72-3).

La escritura desapareció, nunca más se supo de ese cuento. De Walsh sí se supo. Pero fue desaparecido. Retumban los ecos de las voces, los pasos y el aroma de una iglesia de Mercedes. Pero también ruge con fuerza el deseo y el dolor que desbordan los límites de lo concebido como la normalidad que oculta al río salvaje que siempre presente está.

La segunda parte de la novela, "Aeroparque", desarrolla el atentado que integrantes del ERP perpetraron contra Videla en 1977. Érica, David, Martín y Pepe intentan asesinar a Videla en lo que se denominó Operación Gaviota. Las bombas colocadas debajo del Aeropuerto Jorge Newbery no hacen el efecto esperado. Videla sigue con vida. La dictadura sigue con vida.

En la tercera parte de la novela, "Plaza Mayor", el nieto escritor juega al truco con su abuela, Mirta López. En esta partida, quizá el último encuentro entre ambos, la mayor de las confesiones se arroja sobre la mesa. Los lectores tendrán diferentes opiniones sobre un nieto-hijo de desaparecidos, pero, ¿por qué? ¿Era realmente hijo de padre desaparecido? Quizá la escritura refleja cierta bondad totalmente pura y familiar que todo perdona. Quizá lo que se perdona es una mentira. Parecería que la senilidad de Mirta López imposibilita su juzgamiento. A los niños, a los locos, se los suele perdonar. El nieto, inmutable, reparte las cartas aun frente a la mayor de las confesiones. Entre llantos la abuela va largando las lágrimas como las cartas. Los actos por ella cometidos, ¿fueron inocentes o propios del mecanismo del deseo que hasta aquellos días le generaba Videla?

Confesión es una obra que no puede dejar de transitarse. Es parte de la Teoría crítica nacional porque demanda que no se olvide, demanda memoria. Y hay muchas formas de demandar que el olvido no lo contamine todo llevando a la pasividad. Una de estas formas es la de la escritura que Kohan ofrece: simple, pasajera, pero que logra plantar la duda sobre un final abierto que la interpretación de cada lector puede ahondar. "Se vive como si nada de eso existiera", se lee. Al río no se lo puede olvidar, el arroyo Maldonado cedió para llevar los deseos más profundos: liberar a un país de la dictadura. O, al menos, intentarlo. Lo que está oculto, debajo de la cultura-sociedad, escapando a los límites y los bordes de la gran ciudad, puede ejercer una presión fenomenal. La neutralidad no existe, los silencios son palabras que desbordan en algún momento de la vida. Quizá esas palabras se unen dando sentidos en un momento que ya consideramos caduco. El momento de la vejez se presenta en la cara de una anciana Mirta López que genera ríos en su rostro que contienen palabras nunca pronunciadas.

¿Inocencia o afirmación del deseo? Parecería que la última, la gran confesión, está estrechamente relacionada con las primeras confesiones de niñez. Lo que queda claro es que la confesión puede liberar, pero también atar.

Alan Matías Florito Mutton
Universidad de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina

Lista de referencias

Foucault, Michel. 2001. “Qu’est qu’un auteur?”. En Dits et écrits. París: Gallimard.

Horkheimer, Max. 1980. “Traditionelle und kritische Theorie”. En Zeitschrift für Sozialforschung, VI. München: Deutscher Taschenbuch Verlag.

Horkheimer, Max, y Theodor Adorno. 2017. Dialektik der Aufklärung. Philosophische Fragmente. Frankfurt am Main: S. Fischer Verlag.

Kohan, Martín. 2020. Confesión. Barcelona: Anagrama.

Marcuse, Herbert. 1965. “Über den affirmative Charakter der Kultur”. En Kultur und Gesellschaft I. Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag.