KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS
CULTURALES,
No. 47 (Enero-Junio, 2020), 107-126. ISSN: 1390-0102
DOI: https://doi.org/10.32719/13900102.2020.47.7
Fecha de recepción: 6 de enero de 2020 Fecha de aceptación: 25 de marzo de 2020
Université Toulouse - Jean Jaurès, Francia
RESUMEN
El escritor ecuatoriano José de la Cuadra (Guayaquil, 1903-1941) ha sido consagrado por el arte de su narrativa. No obstante, pocos trabajos han destacado la complejidad ideológica que se puede rastrear en sus escritos que no pertenecen al ámbito literario. La autora estudia aquí tres aspectos de su trayectoria intelectual: primero, el legado de su origen social que le facilita el acceso a puestos de poder gracias a su labor en diarios y revistas de Guayaquil; luego, las estrategias que despliega para lograr un reconocimiento como intelectual y escritor, a nivel nacional e internacional; por último, las contradicciones del militante socialista que termina ocupando cargos políticos en regímenes no democráticos.
Palabras clave: Ecuador, José de la Cuadra, literatura, Grupo de Guayaquil, historia, ideas, intelectuales, periodismo.
ABSTRACT
The Ecuadorian writer José de la Cuadra (Guayaquil, 1903-1941) has been consecrated for the art of his narrative. Nevertheless, few documents have drawn attention to the ideological complexity that can be traced in his works written outside of the literary realm. Here, the author studies three aspects of José de la Cuadra’s intellectual trajectory: first, the legacy of his social origins which facilitated his access to positions of power due to his work in Guayaquilean newspapers and magazines; then, the strategies he deployed to achieve recognition as a writer and intellectual at the national and international level; and finally, the contradictions he embraced as a militant socialist who went on to occupy political positions in non-democratic regimes.
Keywords: Ecuador, José de la Cuadra, literature, Grupo de Guayaquil, history, ideas, intellectuals, journalism.
“No es la condición de clase la que determina al individuo, es el sujeto el que se determina a partir de la toma de conciencia, parcial o total, de la verdad objetiva de su condición de clase”. Se puede aplicar esta reflexión de Pierre Bourdieu sobre la relación del intelectual con el poder (2012, 31) a la trayectoria intelectual de José de la Cuadra.
A José de la Cuadra Vargas se lo reconoce como una de las figuras más importantes de las letras ecuatorianas, presentándolo a menudo como precursor del realismo mágico, sin salir de esta perspectiva estrictamente literaria. El hombre ha quedado oculto detrás de su obra: poco se ha indagado sobre el De la Cuadra periodista, profesional y hombre político, excepto en estudios de Michael Handelsman (2011) y Humberto Robles (1989), que han sido guías esenciales para nuestra reflexión sobre la trayectoria intelectual de José de la Cuadra. Veremos que este autor se expresó bajo múltiples facetas, como cuentista, periodista, miembro de la clase alta guayaquileña, militante socialista y funcionario del ejecutivo del gobierno de Enríquez Gallo, entre otros muchos compromisos.
En primer lugar, se analizará el papel del medio social en el que José de la Cuadra nace y se desenvuelve sin apartarse del mismo, como motor de integración que le permite acceder a responsabilidades profesionales y políticas. En segundo lugar, se estudiarán las estrategias que desplegó para lograr un reconocimiento como intelectual y escritor, a nivel nacional e internacional. Por último, nos detendremos en las continuidades y contradicciones del militante socialista que terminó ocupando cargos políticos en regímenes autoritarios a través de sus relaciones con otros intelectuales.
Partiremos de los elementos de autodefinición que podemos encontrar en algunos textos de José de la Cuadra. En la publicación de los cuentos premiados por la revista literaria madrileña Novelas y Cuentos, en agosto de 1932, encontramos un resumen biográfico escrito con seguridad por el propio de la Cuadra, aunque no lleva firma de autor,1 en el que reivindica sus orígenes vascos. Cito el primer párrafo:
Nació en Guayaquil (Ecuador) a fines del año 1903. Después de los estudios elementales, cursó la carrera de Leyes, licenciándose en Derecho. Este joven y ya notable escritor desciende de familia vasca, oriunda del valle de Somorrostro, del partido judicial de Balmaceda, radicada en Guayaquil durante la Colonia (De la Cuadra 1932, 2).
Su educación primaria la recibió en su casa, algo normal en la sociedad alta de la época. Ingresó a los 11 años en el Colegio Nacional Vicente Rocafuerte (RCNVRa 1921, C).2 Es relevante el acceso a la enseñanza secundaria en este centro escolar, pues en aquel entonces reunía a docentes de gran riqueza cultural e ideología laica, con curiosidad metodológica en cuanto a pedagogía activa.3 Constituyó una apertura intelectual que permitió a De la Cuadra salir del marco conservador de su clase social. Después de terminar el bachillerato, siguió en el Colegio Nacional Vicente Rocafuerte como bibliotecario4 y profesor suplente: sabemos, por ejemplo, que en 1929 fue profesor de Moral5 de Demetrio Aguilera Malta (Vera 2015, 14).
Esta apertura no es contradictoria con la consolidación de la posición social del joven De la Cuadra en el espacio oligárquico guayaquileño, especialmente con su matrimonio con Inés Núñez del Arco, cuencana, el 2 de marzo de 1929.6 Una foto y una nota de una treintena de líneas en la primera página de la revista Páginas Selectas, destacan la categoría social a la que pertenecen los novios.7
Esta foto revela la estrecha relación de las dos familias con los poderes militar, político y religioso. Entre los testigos aparecen “por parte de la desposada el coronel don Alberto Romero, jefe de la Zona Militar; don Ángel Lofruscio, doctor Darío Rogelio Astudillo, vicario de la Diócesis”, y “por parte del novio el doctor José Darío Moral, gobernador de la provincia; doctor Carlos Arroyo del Río”.8 Aparece además el poder académico con un tercer testigo: J. M. García Moreno,9 rector de la Universidad de
Ilustración 1. Fotografía de la boda de José de la Cuadra e Inés Núñez del Arco. Páginas Selectas, IV (54), febrero-marzo de 1929.
Guayaquil, el mismo a quien De la Cuadra dedicará dos años más tarde el cuento “¿Castigo?” de Repisas: “Al doctor J. M. García Moreno, que sabe cómo esta fábula se arrancó angustiosamente a una realidad que, por ventura, se frustró” (1958, 280). Estas relaciones con García Moreno, Arroyo del Río e Izquieta Pérez10 pudieron ser benéficas para que un recién graduado de abogado accediera a la docencia universitaria, lo que ocurrió en 1933 (RUG, 301).
Este legado familiar no se limita a una posición social y económica privilegiada. Se puede observar a través de sus escritos algo mucho más complejo y profundo, revelado por los seudónimos que utiliza De la Cuadra en sus primeros escritos hasta 1929: destacan una búsqueda literaria y familiar reivindicada entre arte, orígenes vascos legendarios y juegos identitarios.
En 1920 utiliza un primer seudónimo, Palmerín, para firmar “Guayaquil Nocturno”, “Filosofando-El Escepticismo” y “Vida extranjera”.11 Es obvio el eco de las conocidas novelas medievales de la serie de los Palmerines: Palmerín de Oliva (1511), Palmerín de Inglaterra (1547), etc. Al retomar a este héroe de las novelas de caballerías que fueron censuradas por la pluma de Cervantes en El Quijote, José de la Cuadra se ubica en la misma línea cervantina: en sus tanteos literarios, el escritor ecuatoriano adopta igualmente una mirada escrutadora de su espacio y sociedad.
Con el segundo seudónimo, Ruy Lucanor, firma en 1923 y 1924 dos artículos y un cuento, los tres publicados en el diario El Telégrafo, en el que dirigía la página “Para la Mujer y el Hogar”: “En los dominios de Su Majestad el Niño. La alegría de la Casa Cuna”,12 “Los folletines de El Telégrafo”13 y “Nieta de Libertadores”.14 Dicho seudónimo remite al legendario Rodrigo o Ruy Díaz de Vivar (siglo XIII) y a la obra El Conde Lucanor o Libro de los Enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio (siglo XIV). Otra referencia legendaria y medieval.
El tercer seudónimo, Ortuño Zamudio, solo lo utiliza una vez, en 1929, para firmar el cuento “Sueño de una noche de Navidad” (1929a). De la Cuadra reivindicaba ahí sus orígenes vizcaínos.15 Siguiendo esta pista, hemos encontrado a un tal Íñigo Ordóñez de la Cuadra, hijo de Ordoño16 Zamudio, quien sirvió al rey don Fernando el Católico (Gottheil 1917, 206). Es muy probable que José de la Cuadra conociera a estos personajes y se sirviera de sus nombres para crear sus seudónimos. Con estos tres heterónimos, José de la Cuadra juega entre introspección reivindicativa y placer literario de la leyenda.
Los orígenes y el entorno aristocráticos de José de la Cuadra no eran suficientes para consolidar su posición en el mundo de las letras. En Ecuador de la primera mitad del siglo XX, los intelectuales aún batallaban por obtener reconocimiento y sobre todo para encontrar soportes editoriales. Por consiguiente, José de la Cuadra desplegó estrategias para lograr la difusión de su obra, como intelectual y escritor, a nivel nacional e internacional.
a) José de la Cuadra y la prensa
Una precisión es necesaria: De la Cuadra se definió como cronista,17 no como periodista. Hasta principios de los años 1930, ser periodista solo correspondía a las labores informativas menos nobles. Cierto es que los orígenes de José de la Cuadra le facilitaron el acceso al campo de la prensa y a la publicación de sus escritos. Entre 1918 y 1920, siendo alumno del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte, aprovechando la ebullición literaria que había en dicho centro de educación secundaria, escribió en las revistas Melpómene. Revista Científica y Literaria, en Fiat Lux, en la Revista Literaria Mensual y en la Revista Juventud Estudiosa.
Después de ingresar en 1921 a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil, De la Cuadra no tiene revista fija. Entre 1922 y 1924, publica en revistas como Ciencias y Letras, La Ilustración, Cosmos, Bohemia y Germinal, de la cual era director junto con Colón Serrano,18 al que había conocido en el colegio. En el lapso de dos años, 1924-1925, De la Cuadra da un doble salto en el reconocimiento como autor y en el ascenso en el poder literario, pues, por un lado, se efectúa su ingreso en El Telégrafo, para dirigir la “Página Literaria” y colaborar en la página femenina semanal “Para la Mujer y el Hogar”; por otro, se publica el volumen de dos cuentos Oro de Sol (1924) y Perlita Lila (1925). El director de El Telégrafo era José Abel Castillo, padre de Abel Romeo Castillo, quien como veremos permitirá a De la Cuadra entrar en contacto con revistas europeas. De la Cuadra, en una fotografía de grupo de toda la plantilla del diario donde trabajaba, y publicada el 2 enero de 1924 con el título “Los que hacen El Telégrafo”, ocupa un lugar estratégico. En primera fila, sentados se encuentran los tres redactores del diario guayaquileño: De la Cuadra, Adolfo H. Simmonds y E. Alfonso Andrade.19
Se puede observar que hasta 1928, los escritos de De la Cuadra no logran traspasar las fronteras del Ecuador. Editar en aquel tiempo no era sencillo: o se editaba por cuenta del autor, participaba en un concurso, o el autor se convertía en editor. En este aspecto, De la Cuadra no era hombre de negocios como supieron serlo Benjamín Carrión, Alfredo Pareja Diezcanseco y Pedro Jorge Vera, ya que todos fueron dueños de una editorial.20
Ya presentada su tesis de grado en junio de 1927 (tan solo será defendida en 1928), De la Cuadra accede pronto a puestos de poder en la vida intelectual guayaquileña. A partir de septiembre de 1927, su nombre figura como colaborador y luego, desde septiembre de 1928 hasta enero de 1932, como abogado y redactor de la empresa editorial guayaquileña Páginas Selectas. Se trataba de una revista cultural, literaria y mundana, destinada a la clase alta ilustrada de la ciudad, como se puede deducir de los anuncios y de ciertas secciones.21 En junio de 1928, en Páginas Selectas se publica un artículo presentado a la manera de los caligramas de Apollinaire, felicitando al “Señor doctor José de la Cuadra” por la defensa de su tesis (De la Cuadra 1928). Si nos fijamos en este caligrama y lo comparamos con los de Guásinton. Historia de un lagarto montuvio. Relatos y crónicas, novela publicada por diligencia del mismo autor cuando era miembro del gobierno presidido por el coronel Alberto Enríquez Gallo (1937-1938), se puede colegir que De la Cuadra utilizó esta página de la que estaba a cargo para promocionarse, puesto que la nota de enhorabuena no solo menciona el acontecimiento, sino que también describe las características de José de la Cuadra de manera ditirámbica.22 Años más tarde, en 1938, De la Cuadra recurre a los Talleres Gráficos de Educación para imprimirlo. Ahora bien, estos Talleres eran la imprenta oficial del Estado ecuatoriano.
Incluso De la Cuadra no dudó en aprovechar la tribuna que le daba Páginas Selectas, como redactor, para promocionar su obra literaria. Leemos por ejemplo en una reseña anónima sobre “Sueño de una noche de Navidad”, publicada en febrero de 1930, que “la obra de que nos ocupamos en estas líneas, mereció injustamente el segundo premio en prosa en los Juegos Florales organizados por la Sociedad El Belén del Huérfano celebrado en Guayaquil el 23 de diciembre de 1929” (De la Cuadra 1930a, s. p.).
En resumen, los escritos de José de la Cuadra logran tener un alcance de recepción nacional gracias a su colaboración en diarios guayaquileños como El Telégrafo, La Prensa, y sus responsabilidades en revistas como Savia y Páginas Selectas. El punto en común de estos órganos de prensa es su corte liberal y progresista.
Un documento fotográfico ilustra de manera muy llamativa la posición estratégica alcanzada por De la Cuadra, siendo un jovencísimo abogado,23 en el cruce de los poderes sociales y políticos, gracias a su trayectoria en la prensa guayaquileña. Se trata de una foto de grupo, titulada “Ecos del agasajo al Dr. Baquerizo Moreno en El Telégrafo” (De la Cuadra 1930b), publicada en Páginas Selectas de agosto de 1930 (figura 2). José de la Cuadra (n.º 15) se ha colocado en posición estratégica entre los directores de La Prensa” (n.º 2), La Opinión Pública (n.º 3), y El Telégrafo (n.º 12). La crema y nata del mundillo mediático y político guayaquileño rodea a nuestro escritor, presentado como “Dr. José de la Cuadra, Cónsul General de Honduras24 en este puerto i abogado de la Empresa editora de PÁGINAS SELECTAS” (De la Cuadra 1930c).
Ahora bien, esta posición de poder la mantendrá casi hasta el final de su vida, colaborando tanto para El Telégrafo como para Páginas Selectas y La Prensa, como lo atestigua Alejandro Carrión en una carta que le escribe a Pedro Jorge Vera el 15 de agosto de 1938: “No sé si tú podrías ver un lugar en el diario La Prensa que, según una categórica afirmación tuya, controla en gran parte el doctor de la Cuadra, tu segundo padre” (Vera 2002, 91).
b) En el espacio internacional
La proyección internacional de José de la Cuadra ha sido modesta a pesar de sus intentos. José de la Cuadra intentó primero darse a conocer como traductor de escritos portugueses. Tradujo al español y publicó en Páginas Selectas (octubre de 1928) el artículo “Latinos”, de Eduardo de Faria. Dos años y medio más tarde, la revista quiteña Proteo anuncia que se ha publicado en Coimbra (Portugal) en la revista A voz do Calhabé, en el número correspondiente a abril-mayo de 1931, un artículo firmado por Nuno Beja que recapitula el recorrido literario de José de la Cuadra (Beja 1931). Luego, utilizó su relación con Abel Romeo Castillo, hijo del director de El Telégrafo, que había sido compañero de colegio y residía en España, para acceder a los círculos literarios españoles. En 1928, De la Cuadra había escrito sobre él, en Páginas Selectas, un artículo ditirámbico;25 Abel Romeo le ayudó a publicar tres cuentos en la revista literaria madrileña Novelas y Cuentos, en septiembre de 1931 y agosto de 1932.26
Ilustración 2. “Ecos del agasajo al doctor Baquerizo Moreno en El Telégrafo”. Páginas Selectas, V (65), agosto de 1930, 1 (José de la Cuadra es el n.° 15).
Por otra parte, como cónsul de Honduras en Guayaquil (funciones que desempeña en 1930), entra en contacto con el hondureño Rafael Heliodoro Valle, a quien había dedicado el cuento “El maestro de escuela” en su reedición de 1930.27 Heliodoro Valle era redactor en México de la Revista de revistas, semanario del diario Excélsior. El 9 de mayo de 1932, desde Guayaquil, De la Cuadra escribe a Valle, que a la sazón se encontraba en México: “Quiero rogarle un nuevo servicio. Estoy escribiendo ahora cuentos regionales ecuatorianos: indios, montuvios. Tienen las narraciones hueso de lucha social, pero la carne es fácil de digerir por cualquier estómago plácido y delicado. Desearía colaborar con ellos en revistas o periódicos mexicanos. Si pagan, bien. Si no pagan, también. Ojalá usted me ayudara un poco en esto. Una recomendación bastaría, que luego escribiría directamente yo a las redacciones” (Hadatty 2005, 53). De hecho, De la Cuadra publicó el cuento “Merienda de perro” en 1932 en la Revista de revistas.
Asimismo nos consta que De la Cuadra publicó artículos, reseñas y cuentos en Variedades-Revista de actualidad de Bolivia (1929),28 en la Vida Femenina de Montevideo29 (1931-1932), en la Revista Americana de Buenos Aires (1933),30 en la revista bonaerense Claridad31 (1933), en Atenea, revista mensual de ciencias, letras y bellas artes (1933)32 y en un periódico de Buenos Aires (octubre de 1938).33
En resumen, a pesar de los esfuerzos desplegados (entre dedicatorias, artículos laudatorios y traducciones), esta proyección internacional fue limitada. En particular, observamos que su obra no tuvo ningún eco en Francia durante su vida.
El compromiso político de José de la Cuadra se manifestó muy temprano, el mismo año que se fundó el Partido Socialista del Ecuador (1926), pues fue presidente de la Federación del Sur de Estudiantes Ecuatorianos y representante en Ecuador de la Federación de Estudiantes Hispanoamericanos, y como tal daba conferencias en la Universidad Popular de Guayaquil. Él mismo destacó estas funciones en su nota biográfica de 1932, ya mencionada al inicio de nuestra primera parte. En la misma biografía, leemos que José de la Cuadra “cultiva casi exclusivamente el cuento y la novela corta, que le han dado fama merecida en toda América, y actualmente prepara dos novelas grandes tituladas Los monos enloquecidos, visión de la jungla ecuatoriana, y La presidencia del señor Orobio, novela de crítica política hispanoamericana”. La mención de estos dos proyectos es de suma importancia, ya que el segundo no culminó en ninguna publicación y, que sepamos, nunca se lo ha vuelto a mencionar.34 ¿De qué temas iba a tratar esta “novela de crítica política”? ¿Era un dictador el ficticio “señor Orobio”, como puede sugerir la paronomasia de Orobio con oprobio? ¿Se aludía a una dictadura de la historia reciente del Ecuador? En cualquier caso, este proyecto pionero (en esa fecha no se habían publicado novelas de dictadura en América Latina)35 revela el compromiso de José de la Cuadra por la democracia y el socialismo.
Ser “representante en Ecuador de la Federación de Estudiantes Hispanoamericanos” significa la oportunidad de establecer contactos internacionales; esta función política le permite profundizar las relaciones con políticos latinoamericanos, especialmente con los peruanos del APRA36 como Luis Alberto Sánchez y Rosa Arciniega. Pero su compromiso político toma un giro a partir de 1933. Ese año, De la Cuadra denuncia el extremismo de la izquierda que linda el fanatismo, sobre todo comunista, en el cuento “El Santo Nuevo. Cuento de la propaganda política en el agro montuvio”.37 Este texto no reivindica una figura identitaria de la nacionalidad ecuatoriana como lo haría en 1937 con El Montuvio Ecuatoriano, sino que muestra a un ciudadano ingenuo y supersticioso. Este cuento contiene una dura crítica de la ideología revolucionaria exacerbada, representada por militantes comunistas, con la descripción irónica de un personaje que cree en Lenin como en Dios.
A partir de 1934, su situación toma un giro decisivo: su actividad como cuentista y como periodista va disminuyendo, y empieza a ejercer funciones gubernamentales. Lejos está el joven socialista del estadista al que vemos actuar a finales de los años treinta. En 1934 fue secretario del gobernador del Guayas, Rodolfo Baquerizo Moreno.38 En 1935, ya tiene cátedra e imparte clases de Economía Política, para luego hacerlo con el Derecho Administrativo, Derecho Político y Ciencia de Hacienda (Pérez, URL). Entre 1937 y 1938, De la Cuadra es secretario general de la Administración Pública, formando parte, por lo tanto, del gobierno del general Alberto Enríquez Gallo.
La labor progresista de este gobierno ha conllevado a ocultar un acceso al poder que no pasó por la aprobación de las urnas. Podríamos pensar que De la Cuadra aún mantenía convicciones democráticas. Sin embargo, existe un documento muy importante, revelador de su visión de la política. Dos meses antes del final del gobierno de Enríquez Gallo, en una hoja volante del 4 de junio de 1938 titulada “Llamamiento a la Ciudadanía” (De la Cuadra 1938c) y firmada por “José de la Cuadra, Secretario General de la Administración Pública”, hace “un llamamiento patriótico a todos los sectores de la opinión i de la Prensa de toda la República” para que “indiquen nombres de ciudadanos conspicuos que puedan ser tomados en cuenta para la integración del nuevo Gabinete”. Los términos de “sentimiento nacional”, “armonizar las opiniones”, la semántica que remite a “la patria” pertenecen al contexto de la construcción de un Estado nacionalista, de la misma manera que el llamamiento a un consenso transpartidista en torno a nombramientos directos delata la voluntad de obviar el proceso democrático. La deriva autoritaria es innegable. El mismo día y, así mismo, en una hoja volante conservada en la Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, varios intelectuales se suscriben a la llamada de José de la Cuadra: “En este momento en que toda la ciudadanía, como un solo hombre, respalda la actuación del Gobierno, nos creemos con derecho a responder a la invitación suscrita por el Secretario General de la Administración y exponer los nombres de los siguientes conciudadanos para Ministros de Estado”. Entre los firmantes se encuentra igualmente uno de los miembros del Grupo de Guayaquil, Demetrio Aguilera Malta.
En el mismo período, durante la Guerra Civil Española, se ha subrayado que José de la Cuadra no participa en las acciones colectivas de los intelectuales en Ecuador para apoyar a la República Española. “Casi todos los autores importantes de los años treinta apoyaron la República. Entre los ausentes destacan José de la Cuadra –que participó, sin embargo, en los homenajes en defensa a la España Leal– y el genial Alfredo Gangotena, que se mantuvo aparte de todo” (Binns 2012, 67). Podemos añadir que De la Cuadra no aparece entre los veinticinco artistas colaboradores39 de Nuestra España. Homenaje de los poetas y artistas ecuatorianos (Carrión et al. 1938, III).
La evolución del pensamiento político de José de la Cuadra acarreó tensiones con sus amigos del Grupo de Guayaquil, especialmente con Joaquín Gallegos Lara. En 1929, De la Cuadra había ayudado a Joaquín Gallegos Lara a entrar en la prensa burguesa de Páginas Selectas, para que publicara “Mamá-jijí” y “Cadena”, en la sección “Almacén de Páginas Selectas”. Pero sus ideas políticas empezaron a divergir en 1931 con la creación del Partido Comunista, al que se afilia Joaquín Gallegos Lara. Acabamos de ver, con el cuento “El Santo Nuevo”, lo que pensaba De la Cuadra de los militantes comunistas.
Un episodio que conocemos a través de la correspondencia entre Gallegos Lara y Benjamín Carrión y de los recuerdos del nieto de José de la Cuadra, Felipe Vega de la Cuadra, revela la complejidad de las relaciones entre De la Cuadra y Gallegos Lara. Encontrándose este último en 1932 en graves apuros económicos, De la Cuadra le regaló una máquina de escribir que le permitió tener cierta independencia económica, pues le servía para hacer traducciones al francés y al italiano (Carrión 1995, 90). Pero, cuenta su nieto, “se pelearon, por la división del Partido Comunista, y José de la Cuadra envió a una persona para que le quite la máquina” (Maldonado 2018). De las cartas a Carrión se puede deducir que la máquina le fue quitada después de finales de 1933, puesto que el 23 de septiembre de 1933, De la Cuadra escribe sobre “Gallegos Lara, el Suscitador” un artículo muy positivo en el suplemento sabatino Semana Gráfica, del diario El Telégrafo de Guayaquil (1933b). Esta anécdota pone de relieve la incipiente ruptura entre los escritores del Grupo de Guayaquil, a partir de 1933, por lo que De la Cuadra consideró una instrumentalización del arte por la política. No cabe duda de que no le gustaría la carta abierta que Gallegos Lara dirigió al socialista Jorge Rengel en mayo de 1935, en la que manifiesta claramente su afiliación al proyecto estalinista y a la revolución obrera y campesina en un marco de “ecuatorianidad” (CIALC 1987, 152). Esta ecuatorianidad en clave comunista era contradictoria con la concepción identitaria que De la Cuadra estaba elaborando en torno a la figura del Montuvio40 (De la Cuadra 1937). Desde esta perspectiva, la recuperación de la máquina de escribir, arma del escritor, tiene un fuerte simbolismo.
Para terminar, volvamos sobre el proyecto de novela “La presidencia del señor Orobio, novela de crítica política hispanoamericana”. ¿Por qué De la Cuadra abandonó el proyecto de escribir sobre una figura política recurrente en el panorama político latinoamericano de aquella época? En 1932, aún no desempeñaba ningún cargo político y abordaba este tema desde el punto de vista del intelectual independiente. Dos años después se encontraba ya en la otra orilla, en contacto con la realidad del poder, sus matices y sus entresijos.
1 Los autores tenían que enviar sus notas biográficas a los editores.
2 Este número presenta la sinopsis de los alumnos matriculados; se puede observar que José de la Cuadra frecuenta dichas aulas desde el 1 de abril de 1914. Así mismo, apunta que De la Cuadra nació el 3 de septiembre de 1902 y medía 1,62 m.
3 A modo de ejemplo, véanse los artículos publicados en la Revista del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte: “Las Escuelas Técnicas profesionales del colegio y su marcha actual. La Escuela de Pedagogía” (1940b, 81), y el de Humberto Mata, “La educación activa o escuela del trabajo” (1929, 67-8).
4 En 1923, según Pérez Pimentel, URL.
5 Según Pérez Pimentel (URL), fue contratado como profesor de Moral y de Gramática en 1928.
6 Numerosos son los trabajos que afirman que José de la Cuadra se casó el 24 de marzo de 1928. Véase por ejemplo la fecha que da Miguel Donoso Pareja en el artículo “Breves consideraciones sobre este anejo” (2004, 227).
7 La nota se llama: “Enlace de la Cuadra-Núñez del Arco” y reza así: “El día Sábado 2 de Marzo, unieron sus destinos con los indisolubles lazos del matrimonio el atildado escritor i distinguido miembro del foro guayaquileño doctor José Vicente de la Cuadra con la espiritual damita de la sociedad cuencana señorita María Inés Núñez del Arco i Andrade”. Sigue la lista de los testigos (Páginas 1929, s. p.).
8 Carlos Arroyo del Río formó parte del jurado de la tesis doctoral de José de la Cuadra. Era decano de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil y era una estrella ascendente puesto que en 1933 fue nombrado rector de la Universidad de Guayaquil. Desde los 20 años ocupó puestos de responsabilidad a nivel local y a los treinta ocupó un escaño en el Senado. Entre 1940 y 1944 fue presidente de la República.
9 José Miguel García Moreno (1893-1967). Abogado y profesor de Derecho en la Universidad de Guayaquil; en 1935 fue elegido vicerrector y en 1945, rector.
10 Leopoldo Izquieta Pérez (1879-1948), “Catedrático de Terapéutica de la Facultad de Medicina” (De la Cuadra 1927), aparece en momentos clave de la vida de José de la Cuadra. Fue miembro del jurado de su tesis doctoral, y padrino de su matrimonio eclesiástico en 1929. En el pie de la foto del enlace se dice que Izquieta era presidente de la Cámara de Comercio Internacional (Páginas 1929, s. p.). En 1940 fue director general de Sanidad (Revista del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte 1940, 81).
11 “Palmerín fue el primer seudónimo de José de la Cuadra. Me lo señaló Hernán Rodríguez Castelo durante una entrevista telefónica en diciembre de 1994. La identificación pudo ser confirmada por un ejemplar del n.º 13-14 de la revista Ariel, conservado en la Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit de Quito, en la mención manuscrita “José de la Cuadra” fue añadida por un lector desconocido al lado del “Palmerín” que cierra el texto “Guayaquil Nocturno” (Patiño 1996, 61).
12 Este artículo trata sobre un orfelinato de Guayaquil (De la Cuadra 1924b, 8).
13 “El encabezamiento del artículo reza así: “La necesidad del Folletín. Sus lectores. El encanto de las novelas folletinadas. El primer regalo a los lectores” (De la Cuadra 1924c, 8)
14 De la Cuadra 1958, 4-20. Este cuento, fechado en octubre de 1923, fue publicado en El Telégrafo el 2 de septiembre de 1925.
15 En la nota biográfica antes mencionada, De la Cuadra (1932, 2) se reivindicaba de “familia vasca, oriunda del valle de Somorrostro, del partido judicial de Balmaceda, radicada en Guayaquil durante la Colonia” (De la Cuadra 1932, 2). Además, en una entrevista realizada en enero de 1995, su hija, Olga de la Cuadra, nos recordó que estos orígenes vascos eran importantes para su padre.
16 Ortuño, escogido por De la Cuadra, es una variante de Ordoño.
17 En la nota biográfica citada anteriormente, De la Cuadra se define como “representante, como cronista, de varias revistas españolas y americanas en Ecuador” (1932, 2).
18 De la Cuadra dedicó el cuento “El Sacristán” a Colón Serrano Murillo (1900-1991), recogido en Repisas, 1931.
19 En la foto se ve a tres delfines que se encuentran bajo la protección de los barones de la prensa ecuatoriana de aquel entonces, quienes, como apunta el mismo documento, se encuentran en segunda fila y sentados: Carlos Alberto Flores (Redacción), Manuel Eduardo Castillo (director), J. Santiago Castillo (gerente), José Vicente Peñafiel (jefe de Redacción), Pedro E. Gómez (Administración), Teodoro Alvarado B. (regente).
20 Estas son, respectivamente, la editorial Atahuallpa (Quito), la editorial Bolívar (Guayaquil), y Vera & Cía Editores.
21 Algunos anuncios versan sobre restaurantes de lujo (ejemplo: El Fortich), y la revista tiene secciones sobre el mundillo como “Pompas del Gran Mundo” (Páginas IV [56], s.p.) o relata eventos de la élite, como la boda del propio José de la Cuadra.
22 Cito el inicio del caligrama y sin su estética por obvias cuestiones de espacio: “Tenemos verdadera complacencia al publicar la fotografía de nuestro talentoso amigo, literato i compañero de faenas en esta revista, con ocasión de su magnífico examen que, para obtener su grado de doctor en Jurisprudencia, rindió en los primeros días del presente mes en los Salones de Actos de la Universidad del Guayas, en el que fue honrado con la calificación de diez, equivalente a sobresaliente, mui merecida desde luego dados sus antecedentes de buen estudiante, su inteligencia, seriedad i buenas maneras” (1928, s.p.).
23 Recordemos que defendió su tesis de grado en junio de 1928.
24 Esta función de cónsul de Honduras consistía ante todo en una relación bilateral en lo que competía a los negocios que se mantenían en la ciudad portuaria. Recordemos que otros intelectuales ecuatorianos fueron cónsules de su país: César Arroyo en Marsella, Benjamín Carrión y Jorge Carrera Andrade en El Havre.
25 “Es una de las mentalidades jóvenes de las que, en justicia, cabe se enorgullezca el Ecuador, i en especial, nuestra ciudad, en la que nació i vivió su infancia i los primeros azules días de su juventud este simpatiquísimo i realmente talentoso Abel Romeo Castillo i Castillo. Miembro de una familia donde no es don raro el talento, de una familia cuyos miembros son mui conocidos por su relevante intelectualidad, Abel Romeo, el último hijo del ilustre periodista don José Abel Castillo, director propietario del decano de la prensa nacional. EL TELÉGRAFO, no ha desmerecido de la tradición familiar, i antes bien, la ha enaltecido con su propio valor. Partido hace algunos años a Estados Unidos, ingresó a la Universidad de Columbia, donde cursó periodismo i se graduó. Pasó luego a Alemania, Francia e Italia. Actualmente reside en Madrid. En la villa i corte matritense cursó latín i griego previamente al ingreso a la Facultad de Ciencias i Letras, en la que se ha graduado ya de licenciado i pronto lo hará de doctor. Poeta originalísimo i de alto mérito, escritor castizo i nuevo a la vez, para Abel Romeo Castillo i Castillo, están abiertas de par en par las puertas del éxito definitiva”. (De la Cuadra 1929c, s.p.).
26 Con este último número en el que publicó “La vuelta de la locura” y “El maestro de escuela”, ganó un premio.
27 “A Rafael Heliodoro Valle” (De la Cuadra 1958, 145).
28 La reedición de “En el día de la Raza: Madre España: estos hijos tuyos de Sud América” (De la Cuadra 1929b, 137-8).
29 “Aquella carta” y “Si el pasado volviera (cuento de año nuevo)” en 1931; “La cruz en el agua” y “Poemas ecuatorianos” en 1932d.
30 Publica sobre todo artículos, por ejemplo: “La iniciación de la novelística ecuatoriana” (n.º 109-10, mayo), “¿Feísmo? ¿Realismo?” (n.º 113-4, septiembre-octubre, 71-5).
31 Claridad 265. Buenos Aires: mayo de 1933.
32 Publicó “Personajes en busca de autor”. Atenea, revista mensual de ciencias, letras y bellas artes, X, n.º 95, Concepción, Chile, marzo de 1933, 24.
33 De la Cuadra publicó “La muerte de Alfonsina Storni”. Este artículo fue reproducido en El Comercio de Quito (1938b).
34 La novela inconclusa Los monos enloquecidos se publicaría póstumamente (De la Cuadra 1958, 619-707).
35 El género de las novelas de dictadura solo empezaría después de la segunda guerra mundial, con Los animales puros de Pedro Jorge Vera, 1946, o El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias, 1946.
36 He tratado este aspecto en el IX Congreso Internacional de Peruanistas en Burdeos, celebrado en noviembre de 2018. Las actas de dicho evento se publicarán en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, as.tuffs.edu/romancestudies/rcll.
37 Este cuento fue publicado en la revista Claridad de Buenos Aires, n.° 264, 29 de abril 1933, 53-5. En 1938 fue incluido en la recopilación de cuentos Guásinton.
38 Dato obtenido en Pérez Pimentel (URL). Este gobernador era hermano menor de Alfredo Baquerizo Moreno, en cuyo entorno oscilaba De la Cuadra desde sus años de adolescente.
39 He aquí la nómina de todos los artistas colaboradores que aparecen al inicio de la obra colectiva: Benjamín Carrión, Gonzalo Escudero, E. Gil Gilbert, Jorge Carrera Andrade, Abel Romeo Castillo, Alejandro Carrión, Aurora Estrada y Ayala, G. Humberto Mata, Nelson Estupiñán Bass, Jorge I. Guerrero, Pedro Jorge Vera, Manuel Agustín Aguirre, José Alfredo Llerena, Hugo Alemán, Atanasio Viteri, Augusto Sacotto Arias, Jorge Reyes, Humberto Vacas G., Gonzalo Bueno, Eduardo Kingman, Alfredo Palacio, Alba Calderón, Galo Galecio, Leonardo Tejada y Diógenes Paredes.
40 La redacción del ensayo El montuvio ecuatoriano se sitúa entre 1935 y 1936.
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s. p.
Se puede observar el papel relevante de Páginas Selectas como organizadora,
así como la “Asociación del Montuvio”, del “Concurso Literario “Exaltación
del Montuvio”. La convocatoria se encuentra firmada por Rosa Borja de Ycaza
(presidenta del Jurado), Modesto Chávez Franco y F. J. Falquez Ampuero
(Jurados) y Rodrigo Chávez González (alias literario de Rodrigo de Triana,
hijo de Modesto Chávez).
–––. 1931. “Sueño de una noche de Navidad”. Revista literaria Novelas y Cuentos. III (142). Madrid: 20 de septiembre.
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