Vivimos actualmente en un ambiente de constantes cambios, inmersos en una auténtica revolución científico-tecnológica, en la que se han cuestionado algunos conceptos fundamentales de la sociedad; por lo cual se hace necesario afrontar creativamente los retos de la globalización, y replantearnos el rol de las instituciones, la reducción de las brechas de inequidad, la atención y cuidado al medioambiente, la ampliación e intensificación de la democracia, participación y derechos humanos.

Los medios de comunicación intensifican diariamente no solo el deseo de disfrutar de las riquezas, sino también la conciencia de que se puede mejorar la calidad de vida. Expectativas y necesidades, antes difíciles de ser atendidas, se tornan cada día más accesibles y paradójicamente más lejanas. La innovación y el progreso parecen cada vez más próximos y de alguna manera incrementa el optimismo sobre el cambio.

Sin embargo, no debemos olvidar que los grandes desafíos para América Latina continúan siendo la democracia, la pobreza y la desigualdad (no es la región más pobre pero sí la más desigual junto con África Subsahariana). Por esta razón, se debe combatir la pobreza, la inequidad y marginalidad con modelos que no se centren en lo económico sino en enfoques que contemplen soluciones más integrales, con instrumentos de la democracia, equidad y justicia para crear las bases de cohesión y estabilidad social.

Si consideramos al desarrollo como la aptitud o capacidad efectiva de una sociedad para enfrentar con relativa eficiencia los grandes desafíos y problemas críticos históricos, y satisfacer en forma participativa y sostenida las necesidades materiales básicas y aspiraciones sociales de progreso, tanto colectivas como individuales, debemos crear las condiciones de equidad, seguridad, sostenibilidad ambiental, soberanía nacional y paz interna y externa.

De esta manera, mejorar integralmente la calidad de vida de la población será posible si se piensa en nuevos abordajes de lo social en los que prevalezca el concepto del desarrollo para la gente. Es indispensable, por consiguiente, ahondar la reflexión sobre el desarrollo a fin de aportar elementos teóricos y prácticos, diseñar y planear mecanismos más reales de administración, gestión y seguimiento de programas y organizaciones sociales, con lo cual la gestión social o la gestión del desarrollo se podría configurar como un nuevo esquema integral de intervención, de ahí que este número esté dedicado a este tema.

Eulalia Flor Recalde
Coordinadora del número
Docente-investigadora UASB