Artículo de investigación
Estudios de la Gestión: revista
internacional de administración, No. 1
(Enero-Junio de 2017), paginas. 95-116. ISSN: 2550-6641
Fecha de presentación: 20 de diciembre de 2014 • Fecha de aceptación: 10 de octubre de 2015
Resumen
Este artículo analiza las transformaciones culturales en la globalización y, en este contexto competitivo, reflexiona sobre la importancia de fortalecer la identidad cultural como estrategia de desarrollo; se analiza el valor de la artesanía como expresión simbólica de una cultura y sus diferentes dimensiones; se plantean directrices de innovación, tanto en el diseño de producto como en los procesos basados en la filosofía del Buen Vivir que van acordes con conceptos integrales de desarrollo sustentable.
Palabras clave: identidad cultural, desarrollo sustentable, innovación, artesanías, diseño.
JEL: I31 Bienestar general, calidad de vida, felicidad; J23 Determinación del empleo, creación de empleo; L26 Emprendedores.
Abstract
This article analyzes the cultural changes in globalization, and in this competitive environment, reflects on the importance of strengthening cultural identity as a development strategy; the value of craftsmanship as a symbolic expression of a culture and its different dimensions is analyzed; guidelines arise innovation, both in product design and processes based on the philosophy of Good Living that are consistent with comprehensive concepts of sustainable development.
Key words: cultural identity, sustainable development, innovation, crafts, design.
JEL: General well-being, quality of life, happiness; J23 Determination of employment, job creation; L26 Entrepreneurs.
Resumo
Este artigo analisa as mudanças culturais na globalização, e neste ambiente competitivo, reflete sobre a importância de fortalecer a identidade cultural como estratégia de desenvolvimento; o valor do artesanato como uma expressão simbólica de uma cultura e suas diferentes dimensões é analisada; orientações surgem inovação, tanto em design e processos baseados na filosofia do Bom Viver, que são consistentes com os conceitos abrangentes de desenvolvimento sustentável do produto (educação, experiência), deixando a outra parte da variação em mudanças nos resíduos.
Palavras-chave: identidade cultural, desenvolvimento sustentável, inovação, artesanato, projeto.
JEL: I31 Bem-estar general, qualidade de vida, felicidade; J23 Determinação do emprego, criação de emprego; L26 Empresários.
El presente estudio nace del cuestionamiento relacionado con el crecimiento económico mundial basado en el aumento del consumo indiscriminado; se centra en la insatisfacción, en el renacimiento kitsch (Baudrillard 2009), en la ruptura del diálogo con la tierra, en la deshumanización de los procesos de producción y en la confusión del concepto de identidad.
Desde esta realidad, se plantea una alternativa sustentable y da importancia a la identidad cultural como motor de desarrollo. Es un reto que esta valoración vincule conceptos de gestión e innovación y analice que, dentro de un contexto global, nos hemos visto en desequilibrio entre el extractivismo y la generación de iniciativas sustentables que aporten al crecimiento humano y al fortalecimiento cultural del nuestro país.
La cultura ha tomado como base conceptos antropológicos desde sus profundos estudios e interpretaciones. Se construye en los orígenes ancestrales, se manifiesta como parte de la cultura popular, se altera con los colonialismos, se confunde con los folclorismos, se dispersa frente a los simulacros del consumo y la sociedad de masas y se obliga a transmutar frente a la globalización. Los seres humanos en este pertenecer y no pertenecer van creando un sentido de identidad como parte de su supervivencia.
Desde el sentir creador, en el actual contexto global y competitivo, se reaviva el valor primario de las manos artesanas que, a través del trabajo interdisciplinario, va en busca de innovación de productos y procesos. Para lograrlo, se ha investigado sobre las reconfiguraciones de la cultura y la identidad, se ha analizado los contextos de este sector productivo, para luego plantear un sistema circular en el que se incorporan conceptos integrales, se diseña un modelo de gestación para nuevas artesanías generadoras de valor que permitan nuevas opciones de crecimiento acordes con los sistemas sustentables y con la filosofía del Buen Vivir.
La cultura, la identidad y sus reconfiguraciones en el espacio y el tiempo
A través del tiempo el significado de cultura se ha ido transformando, la antropología social o cultural (Guerrero 2002) la define como un conjunto de rasgos materiales o espirituales evidentes en grupos humanos que se reafirman cotidianamente, que incluyen “los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias” (Instituto Coordinador del Patrimonio Cultural 2011, 10).
La antropología simbólica describe la cultura como “una ciencia interpretativa que busca significaciones” (Geertz 1973, 20), no una ciencia experimental. De esta manera, Geertz se apoya en Max Weber que define al hombre como “un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido” (Geertz 1973, 20). Los aspectos culturales como el arte, la ciencia, la política, las leyes y las creencias hacen que las personas se vinculen social y espiritualmente y, estos aspectos son estudiados a través de métodos etnográficos como la descripción densa, que parte de jerarquías de estratificación, desde lo interpretativo, microscópico y abstracto (Geertz 1973). Se relaciona con la hermenéutica, que parte del análisis de los factores que intervienen en interpretar al mismo ser humano (Mayos Solsona 1991).
Desde la semiología, término creado por Ferdinand de Saussure (1857- 1913), como ciencia que estudia los signos en el núcleo de los grupos sociales (Zecchetto 2002), o desde la semiótica que depende de la “realidad de la comunicación” (Charles Pierce en Zecchetto 2002, 4), se comprende que cada acto simbólico ha sido generado por un grupo de personas para quienes la comunicación es un acto de traducción que se estructura en el universo de signos o semiósfera como sistema de signos de comunicación verbal y no verbal de una cultura. Este es un sistema propio que reconoce a los marginales y desechados (Lotman 2000) correspondientes a la otredad con un cambio de enfoque diferente a las posiciones dominantes.
En cada colonialismo las posiciones dominantes y dominadas son marcadas, se genera una asimetría de poder (Karl Marx y Max Weber en Guerrero 2002) y hegemonía que es el poder de la clase dominante que somete a las masas bajo su propia aceptación (Antonio Gramsci en Zubieta 2000). Paralelamente, en estos procesos de dominación se construye la cultura popular que puede responder de forma contra hegemónica (Guerrero 2002) a través de la elaboración de su propia cultura dentro de su condición social y económica, en un afán de pertenecerse, de sobrevivir. En este espacio se reviven los imaginarios, se conservan tradiciones, se reconstruyen signos, se crea una dimensión política propia.
La cultura popular ecuatoriana, que conserva tradiciones como las técnicas artesanales, aparece en sus orígenes con una filosofía andina que comparte con países como Bolivia y Perú y que aún se manifiesta en algunos pueblos indígenas; esta cosmovisión corresponde al Sumak Kawsay, término kichwa que significa Buen Vivir, filosofía del ser humano que busca la armonía con la historia, la comunidad y la naturaleza; principios afines al concepto de sostenibilidad sobre lo que se hablará más adelante.
A nivel simbólico se han hecho estudios arqueológicos sobre una cosmovisión milenaria plasmada en el Código de Wiraqocha (Zadir 1990). Este código es la idea ordenadora del universo, riquezas escondidas que se encuentran en la memoria andina que trasciende las colonizaciones. Sin embargo, la cultura popular está tentada de caer en dos posturas culturares de manipulación hegemónica, que corresponden al folclorismo y, por otro lado, a la cultura de masas y consumismo.
El folclorismo de la cultura desea regresar a un pasado inmóvil y convertir la cultura en una pieza de museo; según Blache: “La vertiente folklórica se muestra como un intento melancólico por sustraer lo tradicional al reordenamiento industrial del mercado simbólico y custodiarlo como reserva imaginaria de discursos políticos nacionalistas” (1988, 25). En el caso de manifestaciones como la elaboración de artesanías que se realizan en serie, estas pierden su significado y el saber ancestral se transgrede al servicio del capitalismo mientras los verdaderos actores se vuelven invisibles.
La cultura de masas y el consumismo o la cultura de los simulacros (Baudrillard 1990), términos que corresponden al poder de las clases dominantes, que, según la Escuela de Fráncfort, ejercen dos tipos de dominio: el primero, persuadiendo a las masas sobre el sistema correcto social que es el ideológico; el segundo, a través de los medios masivos hacia el consumismo (Zecchetto 2002).
Según García Canclini (1995), la cultura de masas construye estratégicamente realidades a través de los medios masivos; el poder hegemónico se aprovecha de los símbolos de la cultura popular (Guerrero 2002); exalta el espectáculo y el sensacionalismo; aniquila las diferencias de pensamientos; crea una fábrica de nuevos héroes, ídolos, y las mercancías se convierten en dioses. Karl Marx habla del fetichismo de la mercancía (El capital, tomo I, capítulo I apartado 4), que corresponde a un fenómeno psicológico y social que convierte las mercancías en objetos sagrados con voluntad propia. Echeverría también habla de este poder como el fracaso del laicismo, los objetos son dioses (cit. en Morello 2009, 423 y 424). En este contexto de la cultura de masas y posmodernismo, se sostiene que solo queda “la propuesta barroca: exaltar el vacío, mantener la simulación” (Echeverría cit. en Morello 2009, 434).
Paralelamente, el poder del capital necesita de objetos consumibles que se “multiplican indefinidamente para llenar las realidades ausentes” (Baudrillard 1990, 224) bajo un sistema de manipulación de signos. El mito del consumo está por encima de la conciencia (Baudrillard 2009), la dependencia tecnológica,1 “una carrera sin sentido, un final tétrico provocado por una explosión interna ante la falta de referencias a la que está sometido el hombre moderno. Dios ha muerto, Marx ha muerto, el hombre ha muerto, la economía ha muerto, solo prevalece el caos de las apariencias” (Alan Sokal y Jean Bricmont en Baudrillard 2009, 115), el mundo de pantallas y el concepto de el gran hermano (término utilizado en la novela 1984, de George Orwell 1949), creados en gran parte para alimentar la concentración de poderes a través de las necesidades del usuario contemporáneo que vive el fenómeno del narcisismo virtual (mito de Narciso a su realidad virtual del siglo XXI, Moreno 2009) que refleja un vacío identitario.
Este exceso de necesidades generadas por el consumismo desequilibra los sistemas naturales y sociales, los estresa, los caotiza, los vuelve dependientes en una modernidad líquida (Bauman 2003), referente a la inestabilidad y a la vulnerabilidad de la actual sociedad. Echeverría (1998) sostiene que el objetivo del consumo irracional es satisfacer al espíritu del capitalismo perpetuando la insatisfacción, así siempre existirá la escasez. Esta situación solo podrá cambiar si la cultura se reencuentra consigo misma y empieza a repensar conceptos sustentables.
La apropiación desigual de bienes, la presión globalizadora, la resistencia y la necesidad de permanecer, como en el caso de la cultura popular, generan nuevos patrones que dan como resultado la hibridación cultural, como sostiene García Canclini (1990). Esta hibridación no solo va al ámbito simbólico de la cultura sino a variables tangibles económicas, sociales y productivas que se alteran y se mimetizan constantemente. De esta forma se obliga a resignificar la identidad en el espectro de una cultura híbrida.
Para hablar de identidad es necesario entender su significado. No siempre los entornos o manifestaciones culturales forman parte de la identidad, pues esta corresponde a un aspecto de territorialidad simbólica (Grimson 2009, 13), es un sentido interior de pertenencia que puede ser “inclusión y exclusión al mismo tiempo” (Cuche 1999, 108). Es complejo encontrar el límite entre cultura e identidad, más que hablar de culturas se deben conocer, las configuraciones culturales y más que identidades, se expresan categorías de identificación (Grimson 2009, 27).
Las configuraciones aparecen de la segmentación social que abarca aspectos geográficos, demográficos y socioeconómicos, con ciertas condiciones que excluyen a los otros miembros; las categorías de identidad se entenderían desde un sentido relacional. Según Barth (1969), esta concepción relacional es la mediación de dos conceptos: la identidad objetiva que deriva de un grupo social y la subjetiva que es el sentir interior de cada ser humano (Cuche 1999). Según Echeverría (1998), el concepto de identidad es aún más complejo, pues depende de las transformaciones de la modernidad pues ella misma es un proceso dinámico que está anclado también a los conflictos del sujeto en una constante resustancialización.
En el documento Políticas para una revolución cultural (Sylva, Oviedo y Moncada 2011), se expresa que Ecuador ha vivido una crisis simbólica que ha dificultado la construcción de una identidad nacional, que es la consecuencia de varios factores como el reconocimiento ambiguo histórico y ancestral, el racismo impuesto por el colonialismo que excluye al indio y al afrodescendiente, la influencia del primer mundo, la supremacía masculina, la dominación de grupos de poder. La identidad nacional se ve afectada también por la desintegración nacional, que ha sido ocasionada por aspectos como: el regionalismo, la falta de reconocimiento a la interculturalidad, las divisiones entre lo rural y lo urbano y, la desconexión con la naturaleza.
El deseo colectivo por adquirir una identidad que puede transformar una cultura, según Sylva, Oviedo y Moncada, es un “proceso de multiplicación de identidades” (2011, 37), y un nuevo reconocimiento de la cultura ecuatoriana como cultura megadiversa donde se parte del reconocimiento del mestizaje (Echeverría 1998), el conocimiento político, social y económico a lo largo de la historia, la valoración del entorno físico y el análisis crítico de la contemporaneidad.
Pero, desde un sentir mayor, Huanacuni expresa que “Existe una identidad cultural que emerge de una profunda relación con el entorno, con la Madre Tierra, con el lugar que habitamos. [...] También existe una identidad natural que emerge de la complementación con la comunidad de la vida” (2010, 15) y nace del despertar y el reencuentro con la cosmovisión ancestral.
El concepto del crecimiento económico de un país se enfoca en las cifras, y persigue aumentar la capacidad de consumo y se mide en la capacidad de endeudamiento de la población, pero, si se consume más, ¿por qué no existe mayor bienestar? La revolución del bienestar (Baudrillard 2009, 40) parte de un principio de igualdad en el que los seres humanos encuentran la felicidad.
El pensamiento neoliberal asume que el crecimiento económico per se ayuda a la mejora de la situación social, estimulando al libre mercado, pero este mito del crecimiento genera estructuras desequilibradas: así como reproduce la riqueza también reproduce la pobreza. En este entorno en función del capital, los conceptos de sustentabilidad pueden ser utilizados como instrumentalización de la naturaleza (Dávalos 2009).
Como respuesta al sistema capitalista se revive desde la política a la cosmovisión ancestral de vida plena o Sumak Kawsay que, desde sus bases filosóficas, es acorde con el principio del bien común, esta filosofía corresponde a “saber vivir en armonía y equilibrio; en armonía con los ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de la vida y de la historia, y en equilibrio con toda forma de existencia en permanente respeto” (Huanacuni 2010, 32), siendo acorde a las bases de la sustentabilidad. Este concepto no puede ser manipulado como elemento de poder que se vincula a un simulacro de socialismo, esta filosofía deberá ser interiorizada como un despertar en el reconocimiento de identidad de los ecuatorianos y base fundamental para un verdadero crecimiento.
El desarrollo sustentable debe ser un “proyecto alternativo macroeconómico” (Girardi 1999, 74) que comparte principios de la cosmovisión ancestral del Sumak Kawsay, y se desarrolla con la unión de pequeñas iniciativas que buscan la descentralización y la “democracia comunitaria” (Universidad de Guadalajara 1999, 130). El trabajo con conciencia local fortalece la identidad integrando una visión global; es aquí cuando se habla de la glocalización (Robertson 2003), de esta forma se evita el aislamiento y se estimula el crecimiento territorial en un entorno híbrido.
“Para el capitalismo, el capital es lo más importante; para el socialismo, el bienestar del ser humano es lo más importante. Para los pueblos originarios que plantean el sistema comunitario, la vida es lo más importante” (Huanacuni 2010, 33); es esta es la relación que existe entre vida plena y el desarrollo sustentable considerando la interdependencia entre las dimensiones del ser humano y su entorno.
La artesanía corresponde al conjunto de conocimientos que han sido heredados y responde a las necesidades de las comunidades, es un soporte simbólico de costumbres, creencias y rituales, es una forma de vida. Las técnicas artesanales corresponden a lo material del patrimonio inmaterial, son importantes en la preservación del patrimonio cultural (Instituto Coordinador de Patrimonio 2011) y se fundamentan en la cosmovisión de los pueblos.
Ecuador, antes de los años 1960, era un país artesanal y las artesanías fueron una importante fuente de ingresos (Naranjo 2007). Con el boom petrolero nació la idea de la industria y el progreso, los campesinos y artesanos migraron a las ciudades en busca de oportunidades laborales. Pero la industria no tuvo el impacto que se esperaba y la oferta laboral fue limitada, los artesanos se convirtieron en obreros y aquellos que no consiguieron trabajo alimentaron los cinturones de pobreza disminuyendo la producción artesanal y agrícola (Uquillas 2007). Paralelamente, Ecuador se convirtió en un país importador con escasa producción nacional, tanto industrial como artesanal, y se vio en desventaja con otros países latinoamericanos.
A pesar de tener el apoyo de leyes, Ley de Defensa del Artesano; Ley de Fomento Artesanal; Ley de Equidad Tributaria; Ley de Seguridad Social; Ley de Cooperativas y Reglamento General; Ley de Promoción de la Inversión y de la Participación Ciudadana, además de la Ley de la Economía Popular y Solidaria (MIPRO IPANC 2011),2 de organizaciones como la Junta Nacional de Defensa del Artesano, de cámaras y federaciones, del Cidap, de instituciones públicas; el sector artesanal ecuatoriano ha tenido un crecimiento lento a nivel de exportaciones (Proecuador 2013), además de encontrarse con apenas el 1,9% de participación del mercado de artesanías de Latinoamérica y el Caribe, considerando los sombreros de paja toquilla con el 43% sumando a los productos de tagua con el 40% (Proecuador 2013).
Los artesanos ecuatorianos tienen la presión de competir con grandes volúmenes sacrificando márgenes unitarios (MICIP 2001), sacrificándose ellos mismos. De acuerdo con el concepto desarrollista (Benítez 2009), deben luchar en un mercado competido en el que las artesanías se convierten en un commodity, cualquier producto que carece de diferenciación. Como consecuencia, se disminuye su calidad por enfocarse a una producción masiva, pierden identidad, dejan de ser una forma de vida para convertirse en una actividad que ni siquiera cubre las necesidades básicas, como en el caso de las tejedoras de sombreros de paja toquilla del Azuay que reciben menos de diez dólares por un trabajo de varios días con el riesgo de que desaparezca y, con ello la pérdida del patrimonio cultural.
Para continuar con el análisis de los conceptos de sustentabilidad, este estudio llega a la esencia de la artesanía que comparte los principios del Sumak Kawsay; abarcando transversalmente las siguientes dimensiones:
A partir del sentir del artesano, de fortalecer sus capacidades y aumentar su autoestima y la conciencia de mantener viva la artesanía enfocada al desarrollo sustentable, se tendrá que replantear una estrategia desde la gestión para incorporarla de forma adecuada al mundo global a través de la innovación considerando que sus principios filosóficos queden intactos.
Por lo tanto, la artesanía debe poseer innovación en valor (Kim y Mauborgne 2005), que se involucra en un sistema productivo, en las cadenas de valor, que se complementa con el concepto de clúster (Porter 1990) o conglomerados, que corresponde a un mismo lugar, ya sea físico o virtual, realizado de forma estratégica de interacción entre los involucrados, como parte del planteamiento de desarrollo territorial y la integración de actores estratégicos aliados a sistemas de economía social solidaria.
Para plantear una estrategia de innovación es necesario acercarse al mercado, entender cuáles han sido los aciertos y fracasos que ha tenido la artesanía ecuatoriana a nivel local e internacional, fuera del contexto político. Según el levantamiento de información, la artesanía ecuatoriana tiene como fortalezas: la habilidad y los conocimientos de las técnicas tradicionales, diversidad de materiales únicos debido a la riqueza cultural; oportunidades: la necesidad de identificarse, de la humanización de procesos, la reorientación al desarrollo sostenible; debilidades: falta de diseño, problemas de empaquetado, baja calidad, productos poco funcionales, falta propuestas nuevas, falta de diferenciación, falta de información del origen; amenazas: productos de mejor calidad y diseño de otros países; productos industriales con precios muy bajos como los productos chinos o indios, mayor capacidad de producción y costos eficientes, mejores formas de promoción y comercialización.
Figura 1
Características de la artesanía con contenido cultural y volumen de producción
Fuente: Carrera 2012.
Elaboración propia.
Según este estudio, la artesanía ecuatoriana, se dirige a tres tipos de mercados referentes al consumidor final: mercado local, turístico y de exportación; cada uno tiene diferentes nichos y cubre diferentes necesidades. Para comprender esta estructura se ha desarrollado un esquema sobre el mercado y el tipo de artesanía, y se ancla al contenido identitario y cultural que corresponde al argumento de este estudio. Con este esquema se descubre el mercado y la necesidad base para crear la innovación.
Con base en el levantamiento de información, al igual que su alcance, se considera el tercer nivel que es la artesanía contemporánea, o neoartesanía, que es el resultado de la hibridación cultural, para incursionar en un concepto con alto contenido estético, funcional y simbólico cuidando los preceptos de sustentabilidad.
La innovación se introduce en los procesos con los principios de sustentabilidad, vistos anteriormente en las mismas dimensiones:
Figura 2
Etapas del proceso para la aplicación de la innovación en procesos sustentables
Fuente y elaboración: Diana Ferro.
Este sistema circular se basa en las cadenas de valor y producción, pero aumenta su espectro como un sistema sustentable en el que el ser humano es importante.
En este proceso se concibe una artesanía con resignificación que funde elementos esenciales de la cultura y los une a una nueva estética y necesidades contemporáneas, y se genera un objeto rico en identidad que aporta con valor agregado, que permite mejorar las condiciones de los artesanos.
Figura 3
Modelo de conceptualización para la incorporación de la identidad cultural
en las neoartesanías
Fuente y elaboración: Diana Ferro.
Figura 4
El pensamiento de La Florida: información referencial
Fuente y elaboración: Diana Ferro.
La resignifcación de la identidad debe enfocarse en la cohesión de identidad, para lograr construir un fortalecimiento local acoplándose al Buen Vivir, sobre las bases del respeto integral.
En esta investigación se criticó la cultura de masas, el consumismo, el folclorismo, como parte de los simulacros donde se manipula al ser humano y pierde su capacidad de creación.
La manera de actuar frente al sistema económico mundial no es aislarse, sino trabajar de manera local con pensamiento global (glocalización) para lograr un desarrollo territorial, así como la aplicación de la economía social solidaria que se ajusta a las dimensiones del desarrollo sustentable, según la filosofía del Buen Vivir y así reconstruir la identidad.
Se ha manifestado cómo deben manejarse las interacciones de los grupos multidisciplinarios, y la intervención del diseño en los procesos; adicionalmente, se generó un modelo de conceptualización para involucrar la identidad cultural en artesanías contemporáneas, con las condiciones: funcional, estética y simbólica, y lograr un producto competitivo en el mundo globalizado, sin perder los valores éticos ni filosóficos de las artesanías valorando las manos que las hacen.
Se deben tomar las herramientas contemporáneas, de manera que sirvan al ser humano y no que este sea esclavo de ellas. La tecnología debe perseguir un mundo mejor que optimice los recursos de la tierra, no que los deteriore o los aniquile.
La confusión de identidad es la ausencia de sí mismo, por eso es necesario llegar al origen para encontrar la célula madre, como dice Baudrillard (1990). Para volver al pensamiento del Buen Vivir se debe crear un plan inverso, regresar y dialogar con el pasado, con la tierra, y con el cosmos. Volver al contacto con las manos, con la naturaleza, con la comunidad. Buscar la creación, en un despertar profundo, reconectarnos con nuestra identidad.
1 Ha servido para alimentar el consumo mundial y el deterioro del planeta la totalidad de las condiciones sociales y la necesidad de su cambio (cit. en Zecchetto 2002, 37).
2 El IPANC es el Instituto Iberoamericano del Patrimonio Natural y Cultural. El Ministerio de Industrias y Productividad firmó un convenio de cooperación para el proyecto MIPRO IPANC para el período 2009-2010. Se puede consultar sobre el proyecto en la siguiente dirección: ‹http://www. ipanc.org/es/acciones-y-proyectos/artesania-patrimonial/capacitacion-artesanal.html›.
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Carrera, Fausto. Fundador de la primera escuela de diseño de Quito, Escuela Metropolitana de Diseño.
Kowii, Ariruma. Director del Área de Estudios Culturales, UASB-E.
Valdez, Tatiana. Técnica, MIPRO, Dirección de Artesanías y Pymes.