Desde la Revolución Industrial, las economías mundiales han basado su producción en la explotación de recursos naturales sin consideración del medio ambiente y la naturaleza (Almeida y Díaz 2020). Según el International Resource Panel (2019), desde 1970, la extracción de recursos se ha triplicado, el uso de minerales no metálicos se ha quintuplicado y el uso de combustibles fósiles ha aumentado en 45% . Actualmente, la mayor parte de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) vienen de la extracción y procesamiento de materiales y combustibles.
Durante los últimos años, se han intentado implementar diferentes políticas que modifiquen este modelo de extractivismo, producción y consumo para preservar y proteger el medioambiente. La ONU (2018, 5) planteó 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para "transformar el paradigma de desarrollo dominante en uno que nos lleve por la vía del desarrollo sostenible, inclusivo y con visión de largo plazo". El ODS 12 -producción y consumo responsable- plantea la importancia de un cambio en los modelos de producción y consumo de recursos. El uso eficiente de recursos naturales y el tratamiento de desechos por parte de industrias, negocios y consumidores son componentes primordiales para el cumplimiento de este objetivo.
Entre las diferentes alternativas, el modelo de economía circular (EC) se presenta como una alternativa sostenible con un compromiso ambiental. La EC busca el crecimiento económico y la mejora de las condiciones de vida de la población, basando su idea en reducir, reciclar y reutilizar los recursos involucrados en la producción (Kirchherr et al. 2018); su objetivo es dar un uso a estos desechos que pueden ser aprovechados en otros procesos, reducir la explotación de recursos adicionales y solucionar los problemas ambientales derivados de su mal procesamiento (Halog y Anieke 2021).
Actualmente, grandes potencias como China o la Unión Europea han comenzado a implementar políticas referentes a este tema. Por ejemplo, en el Séptimo Programa de Acción del Ambiente para 2020, la Comisión Europea (2012, 45) mantiene como objetivo la introducción de la EC con el fin de "conseguir un ambiente sano y próspero, donde nada se desperdicie y donde recursos naturales se manejen de una manera sustentable, la biodiversidad se proteja, se valore y se restaure". Por otro lado, el Gobierno de China ha optado por la EC como nueva estrategia para el desarrollo, con la implementación de la Ley de Promoción de la Economía Circular, donde se estimula la investigación, desarrollo, promoción y cooperación internacional relacionada a la ciencia detrás de la Economía Circular (Kopnina 2018).
Aunque en economías en vías de desarrollo como la de Ecuador se tienen planes iniciales de implementación del modelo (Ridaura 2020), surge la pregunta: ¿estas economías están preparadas para un cambio de modelo de producción? Por ejemplo, en Latinoamérica se recicla solamente un 4,5% de los residuos generados, mientras que en Europa y Asia Central, actualmente el 31% de los materiales desechados son recuperados a través del reciclaje y el compostaje (Kopnina 2018).
La presente investigación busca identificar las barreras para la implementación de la EC en países en vías de desarrollo con el fin de generar un aporte social en países en vías de desarrollo que han decidido cambiar el modelo clásico de producción lineal por uno en el cual se puedan aprovechar los recursos de una manera más sostenible y amigable con el ambiente.
Marco conceptual de la economía circular
La idea de la EC fue inicialmente descrita en los años 70 por Stahel y Reday-Mulvey (1976) a la Comisión Europea, al proponer la renovación de edificios antiguos en lugar de la construcción de nuevos que requerían de mayor mano de obra y uso de recursos.
Actualmente, ha adoptado diferentes perspectivas según los autores que lo definen. Kirchherr et al. (2018) ofrecen una definición amplia que recoge diferentes aspectos considerados de forma independiente por otros autores, definen a la EC como un sistema basado en conceptos como reducir, reusar, y reciclar materiales en los procesos de producción y consumo, con el fin de conseguir un desarrollo sustentable, donde se cree un ambiente de calidad, prosperidad económica, equidad social y que beneficie a generaciones actuales y futuras. Para lograr estos objetivos, la EC adopta diferentes conceptos que se describen a continuación.
Diseño regenerativo: propone la promoción de un diseño de producto que tenga la capacidad de renovarse a sí mismo, con el objetivo de mantener las condiciones del ecosistema o de reactivar procesos ecológicos que hayan sido afectados por la actividad humana. Este concepto, además, se relaciona con los principios de las 3R (reducir, reutilizar, reciclar) y del cradle to cradle, que buscan la reducción de generación de desechos desde la concepción de idea de producto (Morseletto 2020).
Economía ecológica y ambiental: desafían al pensamiento clásico económico que relaciona el aumento del volumen de la producción con la medición del desarrollo (Victor 2010). Estas teorías consideran a la economía como una parte o subsistema de las relaciones naturales y los ecosistemas que la componen (Naredo 2002). Por lo tanto, las actividades humanas deben ir acorde con los procesos naturales y afectar en lo menos posible a los ecosistemas.
Economía azul y verde: uno de los principales enfoques de la economía verde es la preservación de ecosistemas mientras se apoyan las actividades humanas y al desarrollo de las comunidades (Bendor et al. 2015); la economía azul reconoce la importancia de los océanos para el desarrollo humano, pero también como parte fundamental en las relaciones naturales, proponiendo una industrialización de los océanos que beneficie a todos (Smith-Godfrey 2016). Economía de rendimiento: como menciona Stahel (2010), es importante que los métodos de producción se desarrollen de tal forma que se cree riqueza, pero que no se traduzca en el consumo exagerado de recursos, donde se optimice y se aproveche recursos en todo el ciclo de producción. De esta manera, las empresas y gobiernos se benefician de desarrollo tecnológico y la preservación del medioambiente.
El diagrama mariposa: cómo funciona la EC
El objetivo de la EC no es el de reducir la producción ni la limitación en la generación de riqueza; al contrario, lo que busca es una optimización de los recursos, respetando las relaciones naturales, y que se traduzca no solo en la preservación de la riqueza, sino en la creación de más valor dentro del ciclo productivo. Ellen MacArthur Foundation (2015) propone un marco de implementación de este modelo que se muestra en la figura 1. Este marco se basa en tres conceptos, distinguiendo entre ciclos técnicos y biológicos, y que se puede aplicar a cualquier escala.
Principio 1: preservar y mejorar el capital natural al controlar el stock y balancear el flujo de recursos renovables.
Principio 2: optimizar recursos al promover la circularidad de productos, componentes y materiales con el máximo valor y utilidad.
Principio 3: adoptar un sistema efectivo que revele y elimine externalidades negativas.
Metodología
La presente investigación se realizó a partir de una revisión sistemática de la literatura centrada en el análisis de las barreras para la implementación de la EC en un país en vías de desarrollo. El primer paso para la compilación de fuentes fue la identificación y limitación de criterios de búsqueda con el fin de identificar las fuentes pertinentes respecto al tema de estudio. Se utilizó la herramienta Publish or Perish, que realiza búsquedas de literatura referente a un tema en Google Scholar y Scopus, mediante diferentes palabras clave que incluyen: economía circular, circular economy, barreras, barriers, países en vías de desarrollo, developing countries, sustentable, sustainable. Se encontraron 139 artículos, reportes e informes, tanto en inglés como en español.
A partir de esta compilación, se aplicaron filtros para seleccionar a las fuentes más relevantes respecto al tema de investigación. El primer filtro que se aplicó fue el número de citas de cada artículo; durante el proceso de selección, se identificaron algunos autores referentes al tema de la EC y que aparecen como referencia en otros estudios. Como siguiente filtro se aplicaron los años de antigüedad del artículo; la investigación relacionada a la EC es un tema que en los últimos años ha experimentado gran evolución y se mantiene en constante actualización, por lo que se limitó a los últimos 6 años, es decir, desde 2016 hasta 2022.
Se seleccionaron artículos que traten directamente la pregunta de investigación, es decir, que exploren las barreras para la implementación de la EC, especialmente se seleccionaron estudios que traten el tema en países en vías de desarrollo, pero debido a la relevancia de algunos estudios en países desarrollados, también se tomaron en cuenta. Adicionalmente, se compilaron algunos reportes e informes que servirían de apoyo en los resultados de la investigación. Finalmente, se trabajó con 42 fuentes literarias entre artículos, informes y reportes que sirvieron para la obtención de los resultados, además de 15 fuentes que sirvieron como referencia para la construcción del marco teórico.
Resultados
Barreras para la implementación de la EC
En la tabla 1 se plasman los resultados de la revisión sistemática de la literatura. Se encontraron 38 barreras que impiden la implementación del modelo circular en economías en vías de desarrollo. Se clasificaron las barreras en cuatro categorías: tecnológicas, estructurales, institucionales y culturales. Cada barrera cuenta con su descripción, significado y lo que implica dentro del proceso de aplicación de la EC. Las barreras pueden ser de naturaleza interna, es decir, que se originan dentro del sistema en sí, o externa, que se da gracias a factores externos a la economía o la empresa.
Barreras tecnológicas
Estas barreras consideran la falta de innovación tecnológica que permita la implementación de un modelo de producción circular. La infraestructura tecnológica comprende la adquisición de equipos capaces de aprovechar, de forma eficiente, los recursos utilizados en la producción, y de una manera en la que, luego de utilizados, los restos puedan formar parte de un nuevo proceso productivo (Ellen MacArthur Foundation 2017). Por esta razón, es sumamente importante el establecimiento de una cadena de suministro eficiente, donde se cuente con información completa acerca de materiales, procesos y productos, y que garantice la calidad de los procesos circulares.
Como mencionan Kerdlap et al. (2019), la adopción de un sistema de manejo de desechos es un reto, pues la diversidad y cantidad de desechos globales se mantiene en constante cambio y es crucial que la innovación tecnológica pueda cubrir esta problemática. Asimismo, es importante descubrir cómo integrar la nueva tecnología en estos nuevos procesos, y evitar problemas de un desaprovechamiento técnico (Antikainen, Uusitalo y Kivi-kytö -Reponen 2018; De Jesús y Mendonça 2018).
Además de las barreras de infraestructura tecnológica, se considera de suma importancia el conocimiento técnico acerca de la EC (Corvellec, Stowell y Johansson 2021). Es importante que agentes expertos en este tema puedan dar acompañamiento a empresas para el cambio de método de producción con el fin de que esta transición de un modelo lineal a un modelo circular sea de la forma más amigable posible.
Barreras estructurales / organizacionales
Se refieren a la capacidad que tienen las empresas de soportar este cambio de paradigma (Almeida y Díaz 2020; Araujo et al. 2018; Bhandari, Singh y Garg 2019; Cardoso et al. 2017; Dieckmann et al. 2020; Govindan y Hasanagic 2018; Kerdlap, Low y Ramakrishna 2019; Kirchherr et al. 2018; Kopnina 2018). En muchas ocasiones, la falta de apoyo financiero y los altos costos de implementación de un modelo circular pueden desincentivar a las empresas a realizar estos cambios. Además, al ser un concepto reciente, las empresas no cuentan con un panorama claro de los beneficios que puede traer la EC.
Es importante que las empresas puedan adaptarse a nuevos modelos de negocios, como la provisión de servicios en lugar de la venta de productos (Stahel 2016). Uno de los mayores problemas en economías emergentes es la cantidad de contaminación generada por pequeñas y medianas empresas, por lo que estos negocios deben anteponerse ante estos retos, innovando y adaptándose a estos nuevos modelos (Sharma et al. 2021; Tan, Tan y Ra-makrishna 2022).
Sin embargo, hay que mencionar que las barreras pueden producirse desde dentro de la organización, pues la mayoría de empresas prefieren regirse a un modelo de producción lineal ya establecido, y no correr el riesgo de una baja rentabilidad financiera (Almeida y Díaz 2020; Araujo et al. 2018; Bhandari, Singh y Garg 2019; Cardoso et al. 2017; Dieckmann et al. 2020; Govindan y Hasanagic 2018; Kerdlap, Low y Ramakrishna 2019; Kirchherr et al. 2018; Kopnina 2018). El cambio de paradigma requiere establecer estrategias innovadoras que minimicen los riesgos y que puedan implementar procesos complejos, como la recolección de desechos, el monitoreo y control de procesos y la cooperación empresarial. Por ejemplo, muchas empresas tienen una predisposición errónea hacia la EC, calificándola como un método que consume tiempo y más costoso que métodos tradicionales de producción (Agyemang et al. 2019; Charef, Ganjian y Emmitt 2021)
Barreras institucionales
La implementación de una EC no solamente representa un desafío a nivel empresarial, sino también a nivel gubernamental. La necesidad de un plan estratégico que respete a la naturaleza no es fácil de elaborar, al igual que generar condiciones propicias para un cambio de paradigma (Agyemang et al. 2019; Antikainen, Uusitalo y Kivikytõ-Reponen 2018; Bilal et al. 2020; Cardoso et al. 2017; Corvellec, Stowell y Johansson 2021; De Miguel et al. 2021; Dieckmann et al. 2020; Do Nascimento y de Souza 2020; Ezeudu et al. 2021; Ezeudu y Ezeudu 2019; Garcés-Ayerbe et al. 2019; Mangla et al. 2018; Mehmood et al. 2021; Preston, Lehne y Wellesley 2019; Rabasedas y Moneva 2021). Como uno de los mayores desafíos de un modelo circular se encuentra la gestión de desechos: muchos países no cuentan con la infraestructura capaz de implementar sistemas de recolección eficaces, que provean de información completa acerca de los desechos. En muchas ocasiones, la recolección y clasificación de desechos en estos países es llevada a cabo por el sector informal de la economía, sin ningún tipo de control estatal, por lo que hace más difícil aún la administración de un servicio de recolección de desechos eficaz (Ferronato et al. 2020).
El apoyo gubernamental juega un papel fundamental en la transición a un modelo circular. Los países en vías de desarrollo son economías que dependen fuertemente de industrias extractivas como la del petróleo, incluyendo políticas que las protegen e inclusive que subsidian a empresas que se dedican a estas actividades (Halog y Anieke 2021; Kirchherr et al. 2018). El reto de estos gobiernos se encuentra en anteponerse a la presión de estos sectores, manteniendo la transparencia y su institucionalidad (Dewick et al. 2020).
Por otro lado, muy pocos gobiernos implementan políticas que apoyen la práctica de estrategias sustentables o, de existir, estos incentivos no representan un gran atractivo para las empresas. La falta de apoyo desde las políticas y la falta de programas de concientización y educación son una barrera clara de implementación de la EC (Agyemang et al. 2019; Almeida y Díaz 2020; Araujo et al. 2018; Bilal et al. 2020; Charef, Ganjian y Emmitt 2021; Corvellec, Stowell y Johansson 2021; De Miguel et al. 2021; Dieckmann et al. 2020; Ezeudu et al. 2021; Ezeudu y Ezeudu 2019; Ferronato et al. 2020; Jesus et al. 2021; Kirchherr et al. 2018; Mangla et al. 2018; Mehmood et al. 2021; Rabasedas y Moneva 2021; Sharma et al. 2021; Tan, Tan y Ramakri-shna 2022). El reto también se encuentra en conectar al sector privado con el sector público con el fin de promover un ambiente de cooperación, propicio para la innovación (Preston, Lehne y Wellesley 2019).
Barreras culturales
Por último, uno de los mayores desafíos de la EC es superar las barreras culturales (Almeida y Díaz 2020; Bilal et al. 2020; Charef, Ganjian y Emmitt 2021; Corvellec, Stowell y Johansson 2021; De Jesús y Mendonça 2018; Govindan y Hasanagic 2018; Jesus et al. 2021; Mangla et al. 2018; Ormazabal et al. 2018; Tan, Tan y Ramakrishna 2022). Estas hacen referencia a la capacidad de cambio y adaptación de la población hacia nuevas costumbres. La cultura tradicional de consumo de consumir - desechar representa un gran obstáculo por superar, pues la población está acostumbrada a adquirir productos bajo ninguna consideración medioambiental luego de su consumo.
Un reto mayúsculo al que se enfrenta la EC es la percepción del público hacia los productos remanufacturados o de segunda mano, pues consideran que no cuentan con estándares de calidad (Govindan y Hasanagic 2018). La concientización de la población es un paso importante para la aceptación de estos nuevos modelos de negocios.
Discusión
A partir de la revisión de la literatura, se han encontrado resultados que se pueden analizar y discutir. Por ejemplo, es importante mencionar que, en los últimos años, la investigación acerca de la implementación de la EC ha aumentado considerablemente, generando conocimiento que permite obtener un claro panorama del estado de su aplicación como nuevo paradigma de producción.
De igual manera, es importante debatir sobre por qué la EC es actualmente una de las mejores opciones en países en vías de desarrollo para conseguir tanto el crecimiento económico como mejorar las condiciones de vida de su población, mientras se preservan los recursos naturales y los ecosistemas. En un mundo cada vez más globalizado, con necesidades socioeconómicas en constante cambio, y ante una eminente crisis ambiental, se vuelve primordial gestionar eficientemente los limitados recursos del planeta (Halog y Anieke 2021). La EC asegurará que futuras generaciones gocen de suficientes recursos al generar nuevas oportunidades de negocio que promuevan la inversión en nuevos procesos, productos y tecnologías que transformarán el manejo y aprovechamiento de recursos.
Por consiguiente, es oportuno contrastar las oportunidades que ofrece la EC frente a las barreras presentadas en los resultados del estudio. Según los resultados obtenidos, las economías tienen la oportunidad de diversificar su sistema productivo, dejar de lado su dependencia en industrias extractivas, promoviendo la creación de nuevas ideas de negocio. Sin embargo, en este sentido existen barreras importantes que deben ser superadas, en especial con relación al ámbito institucional (Almeida y Díaz 2020; Bilal et al. 2020; Cardoso et al. 2017; Dewick et al. 2020; Govindan y Hasanagic 2018; Ha-log y Anieke 2021; Jesus et al. 2021; Mangla et al. 2018; Preston, Lehne y Wellesley 2019; Rabasedas y Moneva 2021; Tan, Tan y Ramakrishna 2022). Los autores coinciden en que las principales barreras se refieren al apoyo gubernamental en este ámbito, ya que los gobiernos no están comprometidos con el cambio al modelo circular, pues no existen incentivos para su aplicación, o las leyes existentes son categorizadas como débiles.
El poco apoyo gubernamental ante prácticas sustentables evidencia el escaso compromiso que tienen estos países con la preservación de la naturaleza y sus recursos. La urgencia del crecimiento económico, y no quedar rezagados respecto al resto del mundo, obliga a estas economías a seguir dependiendo de las industrias extractivas. Aunque se ha mencionado que la EC puede llevar a la reducción de esta dependencia, también es necesario entender que esta transición puede tomar tiempo. Sin un plan estratégico, ni leyes efectivas que promuevan el modelo circular en todos los niveles, es difícil que el cambio se lleve a cabo.
Por otro lado, se ha mencionado que la tecnología es un promotor esencial en la transformación productiva, siendo la tecnología un conjunto de herramientas posibles de promover el cambio, y que rompen barreras como la generación de información a lo largo de la cadena de suministro, o los complejos procesos de producción dentro de un modelo circular. Sin embargo, muchos autores también consideran al acceso a la tecnología, en estrecha relación a la capacidad organizacional, de las principales barreras para la implementación de un modelo circular (Gedam et al. 2021; Dieckmann et al. 2020; De Miguel et al. 2021; Sharma et al. 2021; Mehmood et al. 2021; Garcés-Ayerbe et al. 2019; Charef, Ganjian, y Emmitt 2021; Agyemang et al. 2019; Ormazabal et al. 2018; Ezeudu et al. 2021; Kerdlap, Low y Ra-makrishna 2019; Bhandari, Singh y Garg 2019; Cardoso et al. 2017; Tan, Tan y Ramakrishna 2022; Jesus et al. 2021; Rabasedas y Moneva 2021). La resistencia al cambio por parte de gerentes y accionistas, los altos costos de inversión, el bajo acceso a innovación tecnológica, la falta de personal capacitado y la falta de conocimiento técnico son importantes impedimentos que retrasan el cambio.
La actitud de rechazo por parte de gerentes y accionistas ante el cambio está fundamentado en el hecho de que la implementación de nuevas tecnologías y procesos requiere de grandes inversiones que muchas empresas no están dispuestas a incurrir. Los procesos tecnológicos son complejos y requieren de un esfuerzo importante no solamente en equipo tecnológico, sino también en personal con conocimiento capaz de apoyar la transición de un modelo productivo lineal a uno circular. En este sentido, en una economía emergente parte importante de las actividades productivas se realizan de manera informal. Como mencionan Ezeudu y Ezeudu (2019), en zonas de África, el acercamiento a la industria 4.0 ha sido de forma no convencional y en muchas veces errática, pues empresas se establecen en el sector informal debido al poco poder adquisitivo de la población. Esta situación también se relaciona al poco conocimiento técnico existente en estas ramas, pues muchas de las personas que trabajan en este tipo de empresas no cuentan con conocimiento acerca del manejo de desechos.
Aunque es importante que desde el gobierno se apoye y promueva la transformación, y que las empresas implementen procesos circulares, la sociedad y el individuo también juegan un rol esencial. En países desarrollados, las barreras culturales son uno de los principales impedimentos para el establecimiento de la EC (Ferronato et al. 2019; Kirchherr et al. 2018), por lo que es importante evitar que esta situación se repita en países en vías de desarrollo. Sin una conciencia social es muy difícil que se promueva el cambio, pues son los consumidores quienes demandan nuevos productos, y si no existe tal preocupación por los métodos de producción, la proveniencia de materiales usados en ella, y la calidad final del producto, es muy difícil que el modo de consumo lineal desaparezca.
Muchos estudios consideran ciertas barreras más importantes que otras, no obstante, hay que entender que todas están interrelacionadas (Araujo et al. 2018; Halog y Anieke 2021; Do Nascimento y De Souza 2020; Jesus et al. 2021; Ferronato et al. 2020). En el caso del acceso a tecnología, si por parte de entidades gubernamentales no existe las facilidades para el acceso al financiamiento, es improbable que inversionistas apoyen iniciativas circulares. Si no existe un cambio en la cultura de consumo de la población, los métodos de producción dificilmente van a cambiar. Asimismo, si las empresas no se preocupan del impacto ambiental de su producción y prefieren el pago de multas por daños ambientales en lugar de cambiar su sistema productivo, el esfuerzo gubernamental en la implementación de más políticas será en vano.
Cabe mencionar que regiones económicamente desarrolladas, como Europa, se han comprometido a la transformación de un sistema lineal a un sistema circular. La Unión Europea, a través de políticas enfocadas al manejo de desechos, directivas para el uso de tipo de empaques, políticas respecto al uso del plástico, la implementación de ecodiseños, y especialmente el establecimiento de un marco de control, ha conseguido considerables avances, centrándose en beneficios sociales, medioambientales y económicos (Kazancoglu et al. 2020). Sin embargo, en estas regiones aún queda mucho por hacer, en especial en términos de enfoques de bienestar social.
Finalmente, se reconoce que la EC, al ser un tema en desarrollo, deja algunas preguntas por resolver como, por ejemplo, su aplicabilidad práctica, beneficios reales en la economía e impacto social que podría llegar a tener. Una de las limitaciones que presenta el estudio es su análisis desde el punto de vista teórico, y es necesario conseguir datos empíricos que la apoyen. Como se ha mencionado al principio del artículo, la investigación recoge literatura que explora la EC en países desarrollados que tienen la implementación del modelo en un nivel más avanzado, pues para contextos de economías emergentes, el conocimiento es aún más limitado. La incertidumbre que presenta la aplicabilidad del modelo representa un gran problema, y es difícil no preguntarse si la EC puede realmente superar todas estas barreras y consolidarse como modelo de producción predominante. En este sentido, este estudio establece un punto de partida para futuras investigaciones sobre este tema. Las futuras líneas de investigación deben centrarse en la viabilidad práctica de la EC en contextos de economías de desarrollo con el objetivo de resolver los dilemas planteados.