La Conferencia de Río+20 que se llevó a cabo en 2012 dejó en claro la necesidad social de una ciencia y una tecnología para la sustentabilidad (Estenssoro 2020). Para el caso de América Latina, es necesario promover procesos de cambio estructural, tanto a la búsqueda de innovaciones tecnológicas como a la generación de capacidades endógenas (Cantú 2019). En este contexto, se posiciona la tecnología social (TS), término oficialmente lanzado en 2004 en Brasil como una propuesta tecnológica regional, no tradicional, que busca promover la sostenibilidad mediante un desarrollo tecnológico que considera el contexto local de la comunidad, motivando su participación y, por tanto, el logro de un efectivo proceso de construcción social para la solución de sus problemas (Rezzoagli et al. 2019).
La escasez de agua durante la época seca es un problema al cual se enfrentan muchas comunidades paramunas, ubicadas en la zona central del Ecuador desde 2005 (Cuesta et al. 2014). Esto se debe a un marcado deterioro del páramo y su capacidad de almacenar agua, por efecto de actividades ganaderas, principalmente (Pomboza y Parco 2022). En la búsqueda de solución a esta grave y compleja situación, algunas comunidades, en la provincia de Bolívar, han repensado sus actividades productivas y de manera voluntaria han liberado vastas zonas ubicadas en las partes más altas, deteniendo así el avance de la frontera agrícola; se han emprendido campañas de reforestación con plantas propias de páramo en zonas erosionadas y se ha motivado la reducción de ganado tradicional por la introducción de ovejas genéticamente mejoradas que consumen menos agua y pasto, en zonas de páramo fuera de las áreas de reserva. Para compensar el no uso del páramo, la población se ha enfocado en buscar actividades económicas que no estén directamente relacionadas con el páramo y mejorar la productividad en las zonas bajas (Torres et al. 2023).
Estas acciones, concebidas de manera participativa por ciertas comunidades, son parte de un plan conformado por una serie de acciones relacionadas con la conservación, restauración, cambio en la dinámica de tenencia de ganado y creación de alternativas económicas, resultando en una TS que promueve una desaceleración de la pérdida de páramo y en otros casos su recuperación (Torres et al. 2023). Estos alentadores cambios han sido logrados como parte de un proceso armónico entre la gente y su entorno. Sin embargo, en la misma zona existen otras comunidades que siguen impactando los páramos, desconociendo que con cada kilómetro cuadrado de páramo que se pierde, también se está perdiendo patrimonio natural único y se pone en riesgo el desarrollo del país (Rodríguez 2012).
El objetivo de esta investigación es establecer las limitaciones para la implementación de la TS como parte de las iniciativas para la protección del páramo, información que puede ser aprovechada por las entidades competentes, para actualizar su modelo de gestión de los recursos naturales. Con esta investigación se espera contribuir a la literatura sobre gestión ambiental y ampliar las posibilidades de proteger el páramo.
Marco teórico
Tecnología social
Se puede definir a la TS como una forma de diseñar, desarrollar, implementar y gestionar tecnología encaminada a resolver problemas sociales y ambientales, mediante la generación de dinámicas sociales y económicas inclusivas de desarrollo sustentable (Thomas, Juárez y Picabea 2015). Es el resultado de un proceso endógeno, donde la participación es el principal con cepto ligado a la gestión social, como un proceso autogestionario, dialógico y consensual en favor de objetivos de bien común (Kreimer et al. 2014). Es posible también mirar a la TS como una propuesta de desarrollo sostenible basada en tres ejes: la comunidad, el cuidado ambiental y la solidaridad económica (Fonseca 2010). Estos, a su vez, se basan en la observación, el reconocimiento y la resolución donde en cada etapa los participantes llegan a un consenso operativo (Herrera, Lopes y Sábato 1970). Estas tecnologías se caracterizan por ser incluyentes, lo que posibilita que toda la comunidad tenga acceso igualitario a bienes y servicios, así como su participación en los procesos de diseño y adopción de decisiones para su implementación (Dagnino, Brandão y Novaes 2004). Esto tiene lógica desde la teoría crítica de la tecnología, la cual niega la neutralidad tecnocientífica y el determinismo tecnológico; y más bien, la representa como una etapa de desarrollo social (Feenberg 2005).
La TS está concebida para adaptar la realidad local (tradiciones, acuerdos organizativos, entorno natural, historia, situación económica, social y cultural), de tal manera que se priorice el conocimiento propio de la gente de la zona y se promuevan valores consistentes con sus creencias, por lo que la TS se presenta como una propuesta efectiva de transformación social (Torres y Naranjo 2022). El elemento central de la TS puede ser una tecnología dura o blanda, pero son las personas dentro de la comunidad las que realmente impulsan el cambio (Dagnino 2014). La TS busca gestionar el conocimiento mediante un proceso de democracia deliberativa, es decir, basado en la inclusión, el pluralismo, la participación, la solidaridad, la cooperación y la búsqueda del bien común (Dagnino, Brandão y Novaes 2004; Novaes y Dias 2009).
En la región, los avances en la difusión de la TS y los esfuerzos por desarrollarla son visibles en países como Argentina, Brasil, Chile y Colombia (Lobo et al. 2013; Araújo y Cândido 2015; Gómez 2014; Dias et al. 2014; Costa 2013; Falcâo y Scaramussa 2019; Moreno y Guzmán 2010; Nuñez y García 2017; Neder y Thomas 2010). En el Ecuador, esta propuesta es muy nueva, ya que fue oficialmente presentada en 2019 por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (Torres y Naranjo 2022).
Situación del páramo en el Ecuador
En el Ecuador, un problema ambiental que está preocupando a los científicos es el deterioro del páramo y la alteración de la esponja de agua, característica única de sus suelos (Hofstede, Mena y Segarra 2003), que hace que este ecosistema sea vital para el desarrollo de grandes ciudades en el Ecuador, debido a que estos proveen de agua para consumo humano, agricultura e industria (hidroelectricidad) casi en su totalidad (Mena et al. 2011). A pesar de esta importancia, el deterioro de los páramos avanza de manera continua y en algunos lugares es incontrolable (Morales y Estévez 2006). Se estima que para inicios de este siglo, más de tres cuartas partes del ecosistema original ya se encontraba transformado (Hofstede et al. 2002). Se habla de una tasa de pérdida anual del 0,13 % en el país (Terán et al. 2019), siendo los páramos centrales los que se encuentran en las peores condiciones de degradación (Hofstede et al. 2002), alcanzando pérdidas de aproximadamente el 21 % de su área en el período comprendido entre 1986 y 2021 (Torres et al. 2023).
Productivamente, los suelos de páramo son muy limitados, pero debido a la falta de alternativas, la frontera agrícola cada vez empuja al límite, perdiéndose diariamente cuatro hectáreas de páramo (Romo y Calero 2022). La población que vive en estas zonas corresponde a la más marginada del Ecuador, con altos niveles de migración, desnutrición infantil y desempleo (Colpari 2013). La pobreza se relaciona con la ausencia de alternativas productivas, suelos fragmentados y erosionados que limitan las actividades agrícolas y ganaderas (Mena y Hofstede 2006).
Metodología
Para evaluar las percepciones de los entrevistados en cuanto a las limitaciones para aplicar medidas de protección del páramo, se recurrió a un método cualitativo. El análisis crítico del discurso (Van Dijk 2016) fue seleccionado, por permitir el análisis del texto, las prácticas discursivas y las prácticas sociales (Stecher 2010). Se aplicaron entrevistas semiestructuradas con preguntas abiertas (anexo A), recorridos de campo y entrevistas en grupo (Hernández y Mendoza 2018). Se identificó y contactó con organizaciones públicas y privadas que se encuentran involucradas en la conservación y manejo sostenible del páramo, lo que permitió generar un mapa de actores y establecer una lista de aquellos relevantes para los objetivos de esta investigación (Alberich et al. 2009). Esta lista fue verificada y simplificada (Hernández y Mendoza 2018) y a cada entrevistado se le pidió su apreciación sobre qué otros actores clave podrían ser susceptibles de ser entrevistados (muestreo de bola de nieve), lo que permitió incluir solo los esenciales para el análisis (Tarrés 2014). Se logró conformar una muestra en función de la disponibilidad de sujetos entrevistados y de la saturación de datos (Taylor, Bogdan y DeVault 2016). Los participantes fueron seleccionados considerando el rol que desempeñan en la dinámica de conservación del páramo (tabla 1): líderes comunitarios (6); autoridades de los gobiernos autónomos descentralizados (GAD) (4); expertos de organizaciones no gubernamentales (ONG) (7); y, habitantes locales (5).
Entrevista | Cargo |
---|---|
E2, E5, E10, E17, E18 y E20 | Líderes comunitarios |
E3, E12, E14, E22 | Autoridades de GAD |
E4, E6, E7, E11, E13, E16 y E19 | Expertos de ONG |
E1, E9, E8, E15 y E21 | Habitantes locales |
Confidencialmente, se logró entrevistar a seis mujeres y dieciséis hombres pertenecientes a seis parroquias y ocho comunidades, distribuidos en cuatro sesiones grupales y veinticinco individuales. El período de entrevistas correspondió a diciembre de 2021 y abril de 2022, logrando analizar y codificar un total de veintinueve transcripciones. La interpretación de la información obtenida en las entrevistas se realizó sobre la base de las categorías de gestión social y que corresponden a participación, solidaridad, cooperación, consensos y autogestión.
Resultados y discusión
Área de estudio
La zona de estudio se ubicó en la región interandina central del Ecuador, en la provincia de Bolívar, principalmente (figura 1). La cuenca hidrográfica está conformada por las subcuencas de los ríos Umbe, Matiabí y Salinas, con una superficie total de 2750 km2. Se estima que el 45 % del agua que drena hacia la cuenca del río Guayas nace en los bosques y páramos de la provincia de Bolívar (El Telégrafo 2013). Actualmente, el área de páramo propiamente dicha corresponde al 19,2 % de esta zona (Torres et al. 2023). Dos áreas protegidas y registradas en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) son parte de esta zona: la Reserva de Producción de Fauna de Chimborazo, con 151,2 km2, con todo su territorio de páramo; y el Bosque Protector Cas hca Totoras, con 65,3 km2, con la mitad de su territorio de páramo.
Las condiciones de vida de la gente que habita esta zona presentan 75,5 % de pobreza, 96,8 % de pobreza indígena, 40,8 % de desnutrición crónica infantil, 13,9 % de analfabetismo, el 60 % de la población no tiene alcantarillado y el 45 % no está dotada de agua potable (Cabrera et al. 2016). La ganadería y la agricultura son las principales actividades productivas a las cuales se dedica la población para sobrevivir. Salinas, parroquia rural, se destaca como ejemplo para proyectos comunitarios basados en la economía popular y solidaria, mediante la conformación de microempresas, cuyos productos tienen calidad de exportación (Franco 2023; Polo 2021). La tabla 2 presenta las comunidades a las cuales pertenecieron los entrevistados.
Limitaciones identificadas
La tabla 3 muestra tres tipos de limitaciones identificadas en esta zona, las cuales impiden la aplicación de la TS, por lo que es importante su análisis y atención por parte de las autoridades ambientales.
Limitaciones legales
Falta de planes de ordenamiento territorial. La mayoría de las parroquias no cuentan con este tipo de distribución, por lo que los comuneros van impactando diferentes áreas a su mejor criterio, desconociendo la importancia de mantener grandes áreas de páramo libre de actividades para que puedan recolectar toda el agua posible, almacenarla y liberarla lentamente, puesto que la conservación de pequeñas áreas de páramo aisladas no aseguran caudales en los ríos (Calvo y Villaverde 2011; Hofstede et al. 2014). En este contexto, uno de los entrevistados indicó que: "es necesario hacer un ordenamiento de los territorios, en los cuales se determine áreas de reserva de páramo para que se limite el avance de la frontera agrícola hacia las zonas altas, donde es más difícil la agricultura y la crianza de animales" (E7). La misma apreciación compartió el resto de los expertos entrevistados, puesto que la falta de planes de ordenamiento territorial desde los gobiernos competentes provoca confusión a la hora de llegar a acuerdos entre familias de las comunidades y no favorece la implementación de TS. Este ordenamiento territorial debería considerar la delimitación de zonas generadoras de servicios ecosistémicos, así como de usuarios de estos, lo que permitiría plantear fuentes de financiamiento en donde todos contribuyan a la protección de estas áreas (Galvis 2021). Al respecto, otro de los entrevistados indicó: "El visibilizar estas áreas ayuda a que la gente se dé cuenta de lo importante de cuidar las áreas de páramo, y se apunta como zona de conservación o de restauración dependiendo del caso. Hay GAD que se sorprenden de la ubicación de zonas generadoras de servicios ecosistémicos" (E11).
En este contexto, resulta interesante revisar cómo los pueblos originarios de los Andes gestionaban los páramos, considerándolos parte de un sistema complejo y respetando sus particularidades (Ramón 2009). Estas zonas eran vistas como escenarios de poder porque les permitía controlar y observar el territorio de mejor manera; por lo tanto, en estos sitios se construyeron edificaciones defensivas y ofensivas (pucaracunas), así como también templos y centros rituales para buscar contacto con los dioses (Ancajima 2014). Levantaron tolas (montículos funerarios) para observar el nacimiento de las acequias y controlar las prácticas de siembra de agua (Fresco 2003). Estas zonas permanecían completamente forestadas o con presencia de cobertura vegetal natural; eran sitios clave para construir lagunas y recargar los acuíferos subterráneos que daban origen a las vertientes en las zonas bajas (Salaverry 2018). Las viviendas eran construidas en lugares no aptos para el cultivo y lejos de los ríos y quebradas para evitar la fuerza devastadora de las crecidas (Ancajima 2014; Ramón 2009). El páramo era una zona de recolección de hierba, leña y plantas medicinales; así como también de caza de conejos y venados (Murra 2002).
Falta de planes de manejo de áreas de páramo. Todos los entrevistados coincidieron con el hecho de que no existen planes explícitos que determinen las actividades compatibles con el ecosistema, así como de alternativas socioeconómicas, que sean aprobadas y reguladas por la entidad gubernamental competente y que se encuentren en ejecución. Se encuentra en desarrollo el plan de manejo del área de reserva hídrica (APH) Quinllunga (557 ha) en la parroquia San Simón, la cual ya consta como parte del SNAP, primera en la provincia de Bolívar y la décima cuarta en el país por el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE 2021). En lo que respecta al resto de áreas declaradas como áreas de reserva hídrica por las comunidades, otro de los entrevistados indicó que: "existen planes de manejo de páramo conciliados con la comunidad" (E2), lo cual resulta bastante interesante desde el punto de vista de autogestión y logro de consensos.
Falta de coordinación entre entidades. Como resultado de la falta de planes de ordenamiento territorial y de planes de manejo de páramo, aprobados desde la entidad competente, las organizaciones tanto gubernamentales como ONG desarrollan proyectos de forma aislada, desordenada y en algunos casos hasta contradictorias. Al respecto, un entrevistado explicó lo siguiente: "El MAATE por un lado, a través de Socio Páramo busca proteger el páramo, pero por otro lado el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) provee a los campesinos de semillas y maquinaria agrícola en las mismas áreas" (E11). Lo mismo pasa con el pino, plántulas son repartidas entre los campesinos para campañas de forestación sin que exista un plan de manejo del mismo, cuando esta es una especie introducida, no compatible con el páramo (Buytaert, Iñiguez y De Bièvre 2007; Hofstede et al. 2002).
Limitaciones económicas
Falta de recursos para acciones de conservación y restauración. El Programa Socio Páramo está presente en algunas comunidades de la zona de estudio con el objetivo de ofrecer un incentivo económico a cambio de no alterar áreas de páramo (De Koning et al. 2011). Si bien algunas comunidades se han adherido a la iniciativa y reciben su pago, este no es mucho y en muchos casos no representa lo que los comuneros recibían por mantener su ganado en estas áreas (300 a 400 ovejas por familia); a esto se suman los efectos de la pandemia, situación que retrasó los pagos desde el Gobierno central; por lo que, uno de los entrevistados no descartó la posibilidad de que la comuna se retire del programa (E20). Actualmente, los fondos de Socio Páramo provienen del presupuesto general del Estado, y a futuro se espera acceder a fondos del mercado de carbono mediante la implementación del mecanismo reducción de emisiones derivadas de la deforestación y la degradación de los bosques (REDD+); si bien este programa ayudaría a reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero, el problema radica en que, a través del mercado de carbono se busca crear una nueva mercancía para el mercado capitalista, lo cual puede a futuro acarrear un sinnúmero de problemas sociales debido a que las comunidades y propietarios individuales estarían sujetos a las condiciones de mercado (Moreano 2012). Muchas comunidades no están económicamente atraídas al programa, puesto que miran el cuidado del páramo como un trabajo extra con poca remuneración; además, con un proceso legal muy complicado. Para vencer esta situación, el Estado debe dar un paso más adelante y apelar a la sensibilidad de estas comunidades, muchas de las cuales reconocen la importancia del páramo para la provisión de agua y tienen la intención de seguir haciéndolo sin estar directamente asociados a un programa de incentivos. Resulta más beneficioso identificar las razones por las cuales las comunidades deciden conservar el páramo y ayudarles a continuar haciéndolo (Moreano 2012), como es el caso de la comunidad de Cruz de Ventanas en Simiátug, que mediante el apoyo de ONG principalmente, ha logrado consolidar actividades económicas representativas en las zonas bajas, mejorando su calidad de vida y disminuyendo las intenciones de invadir las zonas altas de páramo (Torres et al. 2023). Al respecto, uno de los entrevistados resaltó lo siguiente: "Para que esto continúe, es importante la gobernanza, llevarlo a ordenanzas y resoluciones, que sean la base fundamental de futuras acciones, aprovechando que muchas comunidades tienen las mismas motivaciones" (E22). Otras comunidades están interesadas en adquirir áreas vitales de páramo, pero requieren de financiamiento o alcanzar acuerdos en áreas comunales; por ello, las entidades competentes deben gestionar la obtención de recursos no reembolsables que permitan consolidar vastas áreas comunales como zona de reserva hídrica; así como el desarrollo de alternativas económicas que compensen la no utilización de estas áreas.
Falta de mercados para alternativas económicas. Varias de las actividades complementarias a la agricultura y ganadería, y donde la participación de la mujer ha tomado fuerza, están relacionadas con el turismo comunitario, artesanías (paja y tejidos) y alimentos tales como los hongos secos, embutidos de llama, turrones, cría de truchas, queso de oveja, huertos orgánicos, plantas medicinales, entre otros (Coral et al. 2018; Franco 2023; Torres et al. 2023). De acuerdo con uno de los entrevistados, "estas alternativas no compensan el 100 % de la rentabilidad de las ovejas, que la gente solía tener" (E12); sin embargo, estas son asimiladas por la comunidad porque dicen entender lo importante de mantener las áreas de reserva inalteradas. El problema surge, al no existir mercados que acojan estos nuevos emprendimientos, como es el caso de la carne de llama, un animal que impacta menos el suelo y consume menos agua y alimento. Lo mismo pasa con las artesanías de paja, es necesario sembrar en la gente la idea de que comprar este tipo de artesanías contribuye a la protección del páramo, es decir, una compra con motivación ambiental.
Debido a que en la zona existen muchas plantaciones de pino, resulta necesario nombrarlas e incluirlas, porque actualmente proveen de madera y leña a la población para la construcción, cocción de alimentos y calefacción, lo cual puede considerarse una ventaja social relevante, ya que contar con este recurso evitaría la invasión de zonas propias de reserva de páramo donde, por ejemplo, la chuquiragua (especie nativa leñosa) era utilizada para los asuntos domésticos. Por otro lado, las plantaciones de pino proporcionan condiciones ambientales para la cosecha de hongos, lo que también es una alternativa que les representa a los campesinos, quienes durante la temporada más lluviosa (cinco meses) recogen aproximadamente unos 8 kg/semana, lo que equivale entre USD 90 y 120. Este es un tema que las entidades gubernamentales competentes deben analizar con detenimiento, puesto que si se lo aborda con el rigor apropiado, podría convertirse en un aliado para la consolidación de grandes áreas de reserva de páramo, dentro de un plan de manejo en áreas apropiadas y con un mantenimiento programado (raleo, poda y cosecha); como parte de un mosaico de plantaciones de árboles, bosques nativos y pastizales en zonas bajas (Bonnesoeur et al. 2019).
Limitaciones sociales
Falta de conciencia sobre la importancia del páramo. Referente a este tema, uno de los entrevistados manifestó: "Lo que más me disgusta de la zona donde vivo es el deterioro ambiental, la pérdida de los páramos, pérdida de bosques, siento impotencia de ver que la gente no comprende que el ser humano es un elemento más, ni más ni menos" (E3). Esta declaración muestra lo importante de recuperar valores que son parte de la cosmovisión andina, en los cuales el hombre no es el que domina todo, al contrario, es un elemento más de este ecosistema y en el cual todos están interrelacionados y por tanto se necesitan (Mena et al. 2011). Si bien se observa una desaceleración en la pérdida del páramo, debido probablemente a las iniciativas de algunas comunidades (Torres et al. 2023), existen muchas otras que todavía no han atravesado por las mismas circunstancias y, por ende, no han cultivado el interés por proteger el páramo, ya que desconocen todos los servicios eco-sistémicos que estos proveen (Chuncho y Chuncho 2019). Lo mismo sucede en las grandes ciudades, donde mucha gente no se da cuenta de lo importante de proteger y recuperar el páramo.
Necesidad de tierras para la crianza de más ganado. Sobre este asunto, uno de los entrevistados indicó lo siguiente: "La principal amenaza del páramo es el crecimiento demográfico y por ende la necesidad de mayores extensiones de terreno para sembrar, lo que aumenta la frontera agrícola" (E8). Se habla de familias de entre diez y doce hijos, lo cual implica el fraccionamiento continuo del páramo en término de herencias, haciendo que las áreas comunales se vayan individualizando. Salinas, ubicada en plena zona de páramo (figura 1), es un ejemplo de la tendencia al aumento de poseer más vacas, lo que implica más leche para la elaboración de queso, aproximadamente cuatro o cinco vacas les genera entre USD 600 y 700 mensuales, sin contar los gastos de mantenimiento. A esto se suman los intereses personales y políticos de algunos líderes que no permiten pensar en valores colectivos ni de respeto por la naturaleza; el sistema capitalista ha logrado colarse también en estas comunidades, llevándolos a querer explotar el páramo de una manera descontrolada e irreflexiva (Moreano 2012).
Falta de consensos. La falta de conciencia, necesidad de mayores áreas para la ganadería e intereses políticos da como resultado la ausencia de acuerdos en las comunidades, lo que no permite ampliar áreas de conservación ni plantear nuevas posibilidades tales como la reubicación, compra o actividades alternativas. En relación con este punto, uno de los entrevistados acotó: "Hay grupos bastante difíciles, cambiantes, por lo que no es fácil establecer acuerdos" (E16). Existen muchas comunidades sobre los 4200 msnm, donde las condiciones ambientales no son favorables para la ganadería y agricultura; por lo que, lograr acuerdos con las autoridades y entidades interesadas en la ampliación de áreas de reserva podría resultar en que estas poblaciones sean reubicadas en zonas bajas con mejores condiciones productivas.