En marzo de 2020, el brote de coronavirus (COVID-19) se convierte en una pandemia mundial, extendiéndose rápidamente por todo el mundo. Con el fin de reducir esta propagación y mitigar, en la mayor medida posible, sus efectos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró un documento de orientación sobre salud pública y un plan estratégico, el cual comprendía medidas de confinamiento y aislamiento social, acogido en casi todos los países del mundo, causando el cierre temporal de muchas actividades (García y García 2022); las formas de trabajo dieron un giro y las herramientas digitales se convirtieron en la columna vertebral y eje estratégico de las actividades humanas, de la gestión de las organizaciones, educación, comercio, entre otros.
Incluso antes de la pandemia, la tecnología e innovación se consideraban como piezas fundamentales en el desarrollo de los países y, de manera particular, en la generación de ventajas competitivas en el mercado internacional. Desde una mirada crítica a América Latina, se evidencia un avance modesto en tecnología e innovación en comparación con países industrializados, esto se debe a que es una región marcada por diferencias socioculturales, económicas y políticas, que la convierten en la más desigual del planeta.
De acuerdo con Núñez (2019), antes de la pandemia provocada por la COVID-19, América Latina estaba estancada por una estructura económica que no se basaba en sectores tecnológicamente avanzados, sino en una competitividad apoyada en costes menores, petróleo, producción agrícola y agropecuaria. Con una productividad laboral decreciente desde la década de los 70, la estructura productiva general tampoco favorece la innovación o la intensidad tecnológica.
En este sentido, se encontraba una región centrada en la exportación de materia prima con escaso o nulo valor agregado y, con un bajo nivel de inversión en ciencia y tecnología. Para 2016 la financiación para ciencia y tecnología era fundamentalmente pública, las empresas en la región presentaban una ausencia de investigación y desarrollo y preferían, la gran mayoría, tecnologías importadas para adaptarla a las necesidades.
Aunque de manera lenta, antes de la pandemia la revolución tecnológica ya estaba ingresando en todos los sectores de la actividad económica y humana, creando retos y oportunidades en los países del mundo, incluyendo América Latina (Salazar 2021); es evidente que la crisis provocada por la COVID-19 aceleró aún más la penetración tecnológica. Aunque parezca contradictorio, de acuerdo con Salazar (2021), la pandemia con su tremenda carga de impactos negativos, tuvo el efecto positivo de acelerar drásticamente la transformación digital de la región y crear una mayor conciencia sobre su importancia. En este sentido, Gutarra (2022) afirma que la COVID-19 ha impulsado la consolidación de las audiencias virtuales; también Gómez (2020), manifiesta que la transformación digital puede contribuir en la reparación de los daños causados por la pandemia y a reducir las brechas digitales que caracterizan a los países de América Latina, debido a que ofrece muchas oportunidades en competitividad, innovación, el empleo de calidad, entre otros.
La visibilidad de nuevas e interesantes oportunidades para superar brechas y aumentar la resiliencia, se refleja en las diferentes fuentes de datos y estadísticas relacionadas a la tecnología e innovación. Este trabajo tiene como objetivo identificar de qué manera América Latina se adaptó a la pandemia provocada por la COVID-19 en el uso las TIC como medio para avanzar. Dado este escenario, el trabajo investigativo tuvo como propósito identificar la adaptabilidad desde diferentes panoramas sociales con la finalidad de determinar el estado actual de las tecnologías.
Marco teórico
De acuerdo con Zhu et al. (2020), la pandemia causada por la COVID-19 constituye una amenaza para la salud pública en todo el mundo. Esta enfermedad es el resultado de la infección provocada por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2), notificado por primera vez en diciembre de 2019 en Wuhan, China. Según las estadísticas de contagio de la universidad Johns Hopkins (2020), en marzo de 2020, la enfermedad ya estaba presente en más de 100 países por lo que la OMS procedió a declararla como pandemia.
Lauer et al. (2020) argumentan que los primeros síntomas de la CO-VID-19, aparecen entre 2 y 14 días (5,2 días en promedio) después de la infección por SARS-CoV-2; además, Wynants et al. (2020) manifiestan que los primeros síntomas suelen ser fiebre, tos y fatiga, con manifestaciones de tos más intensa, disnea y dolor torácico a medida que compromete las vías respiratorias bajas, y rinorrea y odinofagia al afectar a las vías respiratorias altas. Un considerable número de pacientes con COVID-19 desarrollan trastornos gastrointestinales, como diarrea, tal como afirma Rothan y Byrareddy (2020); otros pacientes incluso pueden presentar manifestaciones neurológicas y alteraciones agudas del olfato (anosmia) y del gusto (disgeusia). Si bien se ha descrito que entre el 30 y el 45 % de las personas infectadas no desarrollan síntomas, estas representan una fuente importante de transmisión del virus (Zhan, Wu y Xu. 2020). A continuación, se realiza la caracterización de la afectación por coronavirus en América Latina.
De acuerdo con Cid y Marinho (2022), a dos años de que la OMS declarara la pandemia de la COVID-19, los países de América Latina y el Caribe continúan afectados por las graves crisis sanitaria, social y económica que han llevado a un fuerte deterioro de los medios de vida y la salud de sus poblaciones. La región ha demostrado ser particularmente vulnerable a las pandemias y sus problemas estructurales se agudizan, revelando debilidades y brechas en los sistemas de salud y protección social.
Uno de los medios utilizados para difundir la información y continuar comunicados a pesar de las circunstancias fueron las redes sociales; según Meléndez (2021), las redes sociales bien utilizadas son un importante aliado en la toma de decisiones de los políticos y responsables del sistema de salud durante el brote de la COVID-19. Algunas personas creen que las redes sociales son parte y mantienen el capital social de una comunidad. Incluso se ha demostrado que las personas utilizan la mayor parte de su información sobre la COVID-19 a través de internet, periódicos en línea y redes sociales.
Este mismos autor menciona que, de manera inicial, al considerar a la pandemia como algo transitorio, lo primero que se detectaron fueron los denominados memes, en donde de una manera jocosa, se viralizó el tema del coronavirus; sin embargo, a pesar de que el contexto iba cambiando y la situación se iba intensificando, las publicaciones también fueron cambiando y permitían observar una especie de comparación entre la necesidad de cuidar de la salud o mantener el empleo y la economía; finalmente, el número de fallecidos y el colapso del sistema de salud cambió el panorama de la publicaciones y las personas expresaron por medio de las redes diferentes formas de motivación y ánimo.
Las redes sociales son un medio de información con los pro y contras ya mencionados y muchas empresas y unidades educativas en todos los niveles comenzaron a utilizarlas, conjuntamente con otras herramientas, para dar continuidad a sus actividades. En este sentido, con la paralización del mundo las brechas digitales con las que se ha venido batallando desde hace algún tiempo se volvieron más notorias (CEPAL 2020; Fernández, Rivero y Ricis 2020).
En relación a lo anterior, se define el concepto de brechas digitales, de acuerdo la OCDE (2001), como la división entre individuos, hogares, áreas económicas y geográficas con diferentes niveles socioeconómicos en relación tanto a sus oportunidades de acceso a las TIC como al uso de internet para una amplia variedad de actividades, considerándose la línea divisoria entre el grupo de personas con posibilidad de comunicación y acceso y el grupo que no lo tiene. Los datos de brechas digitales son diversos, sin embargo, en esta investigación se destacan los relacionados a la educación, al trabajo y la interacción con la sociedad (Blanco 2021).
En América Latina, antes de la COVID-19 se encontraba una educación superior dominada por el tradicionalismo, en donde en la práctica primaban las de docente-alumno en un ambiente controlado y presencial; una vez que la pandemia puso al mundo entero a correr y proponiendo una nueva forma de hacer las cosas, la educación se tuvo que adaptar; Huauya (2021) argumenta que, con el cambio de modalidad, la virtualidad se convirtió en una parte necesaria en la educación y se tuvo que migrar a metodologías activas enriquecidas por el trabajo en red, inmersas en ambientes dinámicos que estimula la acción cognitiva; eso es algo que se quiere seguir manteniendo a pesar de volver al trabajo presencial.
Metodología
Se utilizó una revisión sistemática de literatura (SRL) de carácter descriptivo, selectivo y crítico; se conoce como SRL a la identificación, evaluación e interpretación de datos respecto a un campo de investigación dentro de un período de tiempo (Gómez-Luna, Navas, Aponte y Betancourt 2014). Para el desarrollo metodológico se tomó como referencia el artículo de Pardal y Pardal (2020), quienes proponen estrategias para realizar la SRL de manera satisfactoria. Además se complementó con el trabajo de Grijalva et al. (2019), en donde se plantean cuatro fases: planeación, selección, extracción y ejecución; la explicación de cada fase se presenta en los resultados.
En la planificación se determinaron los recursos a utilizarse para la SRL, se delimitaron las preguntas de investigación y se determinó la biblioteca a utilizarse y los tipos de documentos para analizar.
En la selección se determinaron las cadenas de búsqueda, se realizó la búsqueda correspondiente, se construyó la base de datos de los documentos de interés y se definieron los criterios de exclusión.
En la etapa de extracción se realizó el análisis de los documentos identificados y se escogieron los que tienen mayor concordancia con las preguntas de investigación.
Finalmente, en la ejecución se construyó el estado del arte de acuerdo a lo que se está analizando, presentando la información extraída de los documentos seleccionados; en esta etapa se desarrolló a manera de ensayo la información de interés y se elaboró, siguiendo criterios de redacción y coherencia, además de la definición de infografías con información importante.
Presentación de resultados
Planeación
El primer paso dentro de la planeación fue preparar los recursos informáticos; en este caso, se eligió un procesador de texto, el mismo que sirvió para desarrollar los resultados de la SRL; un programa de cálculo, mediante el cual se enumeraron y clasificaron los resultados de la búsqueda bibliográfica, y finalmente un gestor de citas, el cual permitió generar una carpeta para la bibliografía como una forma de mantener la información centralizada.
Seguidamente, como parte de la planeación se delimitaron las preguntas de investigación, expresándolas en forma de pregunta PICO. De acuerdo con Pardal y Pardal (2020), la pregunta PICO se deduce y elabora el título, los objetivos (principal y específicos), las palabras clave y los criterios de inclusión; la investigación bibliográfica parte de aquí y no debe iniciarse si la pregunta de investigación no es clara. A continuación, se exponen las preguntas que dieron paso a la revisión:
P (paciente): América Latina.
I (intervención): la adaptabilidad en el uso de las TIC e innovación.
C (comparación): a partir de 2020, después de la declaración mundial de la OMS de la COVID-19 como pandemia.
O (resultados o outcomes): estado de la tecnología, avances en emprendimiento e innovación, brechas digitales existentes.
Asimismo, se seleccionó como base de datos principal la Web Of Science (WoS), en donde se eligió, dentro de la búsqueda, artículos, libros, capítulos de libro y tesis.
Selección
Una vez finalizada la planificación, se continuó con la fase de selección, en donde se escogieron las cadenas de búsqueda para realizar la búsqueda específica. Las palabras de búsqueda fueron:
Innovation AND Latam.
ICT AND COVID-19 AND Latin America.
Digital divide AND COVID-19 AND Latin America.
Los criterios de exclusión fueron los siguientes: no open access, artículos duplicados y estudios sin validez científica; asimismo, los criterios de inclusión fueron: open access, artículos científicos, libros, capítulos de libro y tesis de posgrado, idioma inglés con temporalidad entre 2020 y 2022. En la tabla 1 se muestran los resultados de la búsqueda.
No. | Cadenas de búsqueda | Resultados |
---|---|---|
1 | Innovation and Latam | 47 |
2 | ICT and COVID-19 and Latin America | 6 |
3 | Digital divide and COVID-19 and Latin America | 2 |
Extracción
Se continuó con la etapa de extracción, en donde se analizaron a profundidad los estudios seleccionados y se realizó un proceso de selección para verificar la relevancia. Del universo, se seleccionaron 13 documentos para realizar la investigación; adicionalmente se consideraron los informes técnicos de la OCDE y la CEPAL. En la tabla 2 se presenta el detalle de los documentos que se sometieron a la SRL.
Ejecución
De acuerdo con el estudio de Belli y Zingales (2021), la pandemia causada por la COVID-19 ha provocado estragos en todo el mundo y expuso las vulnerabilidades, debilidades y falta de preparación de las sociedades. Al ser la pandemia un fenómeno global que ha afectado de manera directa en el ritmo normal de la sociedad, incluso ha inferido en las tendencias económicas, tecnológicas y psicológicas.
Adaptabilidad del uso de las TIC en el trabajo
Como consecuencia, la pandemia marcó un nuevo escenario en todos los aspectos de la sociedad. Uno de los cambios más destacados es la transformación digital de las empresas, que tomaron un nuevo rumbo para solventar dicha situación; iniciaron nuevas formas de trabajo o aceleraron aquellas que ya estaban en proceso, convirtiéndose en un cambio de paradigma de las formas de trabajo tradicionales.
De acuerdo con Atlántico (2021), la COVID-19 empujó al mundo a un experimento masivo de trabajo desde casa, acelerando enormemente un cambio hacia el trabajo remoto o teletrabajo que tenía un curso de implementación. Un estudio realizado a los representantes de 500 empresas en América Latina (Atlántico 2021), arrojó que el 64 % de los trabajadores están en teletrabajo, el 31% en modo híbrido y apenas el 5% en presencial, la mayoría de los representantes de empresas aceptaron que la modalidad virtual continuará, porque consideran que el rendimiento de su empresa no ha cambiado y al menos el 80 % creen que los trabajadores son tan innovadores y productivos como cuando estaban en modalidad presencial.
La pandemia ha permitido a las empresas de América Latina contratar equipos remotos en toda la región; se puede interpretar que las barreras geográficas para trabajo y reclutamiento desaparecieron después de la pandemia (Rodríguez y Doninalli 2021). En este sentido, Freixas (2022) manifiesta que, con dicha transformación digital, también apareció una demanda variada y considerable de nuevos consumidores digitales, lo que también ha impulsado el crecimiento de la oferta y demanda de nuevos productos y servicios digitales. Uno de los medios para continuar la dinámica social con un poco de normalidad fue la implementación del teletrabajo; para lograrlo se utilizaron diferentes herramientas para realizar videoconferencias, trabajo remoto, mensajería, entre otros, permitiendo que los trabajadores y estudiantes continúen con la interacción, pero en entornos virtuales.
Un caso de éxito es la herramienta Zoom, la cual de acuerdo con Freixas (2022) en el primer trimestre de 2020 facturaba USD 122 millones y en el primer trimestre de 2022 pasó a facturar USD 956 millones, es decir, tuvo un aumento del 683,61 %, convirtiéndose en una de las herramientas más utilizadas en todo el mundo para videoconferencias.
Adaptabilidad del uso de las TIC en la educación superior
Con el inicio de la pandemia era innegable la situación compleja y atípica que provocó en todos los niveles y segmentos de manera global que tuvieron que buscar la manera de continuar. Así, como manifiestan Cabero y Llorente (2020), uno de los ámbitos que sufrió una transformación radical fue la educación superior, en donde la docencia se transformó y los modelos fuertemente anclados a la concepción transmisora de la formación y en el cara a cara docente-alumno, dependieron al 100 % de la tecnología, en donde la adaptabilidad se consideró como una habilidad vital para continuar en medio de la confusión.
De acuerdo con Cabero y Llorente (2020), muchos docentes tienen una percepción de la tecnología y creen que se trata de una herramienta más y no lo visualizan como palancas de cambio e innovación educativa; entonces, al tener que migrar de manera abrupta a un entorno virtual, se rompieron los paradigmas de la educación tradicional como son: unidad de tiempo, unidad de espacio y unidad de acción, provocando inseguridad en muchos docentes y creando situaciones de resistencia al cambio. La preocupación generalizada de los docentes fueron las formas de validar los conocimiento adquiridos, la preocupación por acciones de plagio y el cambio de identidad por parte de los estudiantes.
Esta preocupación no solo es propia de los docentes; según Giannini (2020), las principales dificultades de los estudiantes por el confinamiento son: equipamiento TIC, conexión a internet, aislamiento social, comunicación con pares y profesores, mantener un horario regular, ansiedad general con respecto a la COVID-19 y preocupaciones económicas, por lo que debieron se resilientes para continuar con su educación en medio de la adversidad.
En un estudio publicado por Andrade et al. (2022) se explica cómo fue la respuesta de América Latina ante la crisis sanitaria, en donde la mayoría de los países buscaron salvaguardar el derecho a la educación con estrategias de educación a distancia, implementando diversos medios desde radio, televisión, páginas web, aulas virtuales, entre otros. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados, un grupo importante de estudiantes quedó excluido de la educación y otro grupo ha desmejorado la calidad de lo aprendido debido a que las condiciones para estudiar desde casa no han sido óptimas.
En general, el cambio de modalidad de manera fugaz no contaba con muchos adeptos, debido a que el contenido impartido no fue diseñado con base a educación virtual, sino que intentó palear la ausencia de clases presenciales; sin embargo, el sistema de educación superior de América Latina continuó y se adaptó a pesar de las circunstancias del momento, logrando un cambio de paradigma y la posibilidad de que las tecnologías se consideren una vía para la enseñanza incluso si se regresa a entornos presenciales.
Los albores del regreso total a la presencialidad son el escenario ideal para retomar los temas pendientes que quedaron en pausa con la emergencia sanitaria: la insuficiencia financiera para atender no solo las actividades usuales de las instituciones de educación superior (IES), sino también el requisito de obligatoriedad y gratuidad recién impuesto; la recuperación y ampliación de la matrícula; la mejora de las condiciones del personal académico, especialmente de quienes son contratados por hora; la seguridad y equidad en la trayectoria académica de las mujeres universitarias, así como la paridad de género en los cuerpos colegiados y de administración; y la implementación de estrategias de internacionalización sistémicas y eficientes para contribuir a la colaboración internacional en materia de docencia e investigación y al desarrollo de competencias para la empleabilidad en estudiantes y egresados (Llano et al. 2021).
El aprendizaje y adaptación exitosa de las IES a las condiciones de la era pospandemia implicará mantener los aprendizajes alcanzados, principalmente aquellos relacionados con el uso de las TIC, incluyendo su uso en las estrategias de internacionalización, y las nuevas formas de entender los procesos de enseñanza-aprendizaje, recuperar y subsanar las pérdidas de presupuesto, matrícula, proyectos, conocimientos y empuje, y generar "capacidades institucionales [para] enseñar en forma híbrida, superar las deficiencias de las IES que ofrecían educación de baja calidad y pertinencia, y ofrecer a los estudiantes las oportunidades de desarrollar las capacidades necesarias para construir un mundo mejor" (Reimers 2021, 14).
Adaptabilidad del uso de las TIC en interacción con la sociedad
En relación con lo que afirman Rodríguez y Doninalli (2021), las redes sociales, en general, se constituyen como estructuras donde la relación social entre sus usuarios se da a raíz de algún criterio que origina el vínculo inicial y se multiplica; las redes sociales en el tiempo del confinamiento fueron una manera de continuar comunicados y unidos entre las personas que se encontraban fuera de los hogares; la idea de vivir y desarrollar la vida sin celular, en cuarentena o fuera de ella, es impensable para muchas personas.
Tal como lo afirma Guardia (2020), existen distintas argumentaciones para el uso de las redes sociales, una de ellas es el aburrimiento. Sin embargo, desde el punto de vista práctico, se reconoce que la ausencia de estos medios de contacto, perjudicaría actividades escolares, de trabajo o de interacción. Es un reconocimiento de los beneficios proporcionados por las TIC en la vida cotidiana de las personas.
Aplicaciones como Whatsapp, Facebook y Messenger fueron de vital importancia para las relaciones interpersonales, según Atlántico (2021), estas tres fueron las aplicaciones más utilizadas y con mayor número de descargas a nivel mundial. Otra red que también marcó tendencia en el inicio del confinamiento fue TikTok. De acuerdo con Asselin (2022), para enero de 2021 la aplicación ya contaba con 64,4 millones de usuarios activos, solo en América Latina, los cuales estaban entre los 16 y 25 años de edad. Desagregando dicha cifra encontramos que 19,7 millones de usuarios son de México; 18,4 millones de Brasil; 1,5 millones de Argentina, y 24,8 en el resto de América Latina. Cada usuario permanece en la plataforma una media de 38 a 41 minutos diarios, conectándose en torno a seis veces al día. Aunque el uso de esta aplicación se estaba popularizando antes de la pandemia, es en el último trimestre de 2019, donde se dispara su presencia a nivel global alcanzado un registro de 199,4 millones de descargas, y en el primer trimestre de 2020 su número de descargas se ubicó en 315 millones, coincidiendo con el inicio de la pandemia, es decir, un crecimiento del 57,97 %.
Datos estadísticos de tecnología e innovación en América Latina
Los estudios sobre el tema evidencian cómo el mundo vio a la tecnología como un medio para continuar a pesar del escenario que se vislumbraba con el inicio del confinamiento. En la figura 1 se recogen las principales esta dísticas provistas por la OCDE (2020), Atlántico (2021) y CEPAL (2021), relacionadas a tecnologías e innovación en América Latina, a partir de la pandemia por la COVID-19.
Lo que se espera
Según Dreez-Groos y Zhang (2021), a corto y mediano plazo los esfuerzos de la región se centrarán en la respuesta a los efectos de la pandemia, además de la mitigación de las consecuencias que esta ha provocado; sin embargo, se considera el momento propicio para aprovechar las oportunidades digitales que le permitirán desbloquear un futuro más resiliente e inclusivo.
Existen problemas coyunturales que afectan el desarrollo tecnológico e innovación en América Latina, como los altos niveles de informalidad, la desigualdad, la pobreza multidimensional, la equidad y corrupción, por solo nombrar algunos. Además, el pobre manejo político de la región, aunado a la volatilidad sistémica de la economía, entorpece y ralentiza los procesos de innovación y creación para la tecnología. En cuanto al desarrollo de la tecnología, se espera que la automatización lidere, con avances limitados, las nuevas formas digitales de hacer negocios que podrían reconfigurar incluso a los sectores informales de la región. No obstante, las grandes potencias tecnológicas como China, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Taiwán darán forma a grandes cambios estructurales en materia tecnológica e innovación que de una u otra manera se reflejarán a escala global.
En América Latina se deben construir estudios más amplios sobre la brecha digital para comprender sus efectos precisos, en su nivel de acceso, su uso y sus resultados, y saber cómo intervenir apropiadamente, para aliviar los problemas que surgen de ella; dicha comprensión contribuirá a la visión de muchos gobiernos incluyendo en su agenda nacional políticas públicas que ayuden a su superación.
Finalmente, es indispensable considerar que la nueva apuesta por parte de las grandes empresas es internet de las cosas, el cual está ingresando a los modelos tradicionales de gestión causando una revolución de los patrones comerciales y sociales.
En este momento de grandes cambios para América Latina, este tipo de tendencias guiarán el futuro desde varias perspectivas y será determinante para que sea parte de los procesos sustanciales de la industria.
Aún queda un largo camino para enfrentar la brecha digital, que no solo se trata de un problema de acceso a las tecnologías digitales, sino que está asociada a la desigualdad en las oportunidades para adquirir y mejorar las competencias requeridas para dar significado a ese acceso. Ello se evidencia en la dificultad para disponer de los recursos electrónicos que permitan a los desconectados aprender y a derivar provecho personal, profesional, laboral, familiar y social de las TIC, limitación que se hace cada vez más dramática en el marco de la progresiva digitalización de la vida moderna.
Es necesario que los gobiernos de América Latina realicen reformas jurídicas que permitan acceso seguro a las plataformas transaccionales tanto públicas como privadas; además, es prioritario llegar a todas las zonas desatendidas, para ello, se deberá promover la implementación de infraestructura que soporten 4G y 5G de manera urgente. Otro aspecto fundamental es subsidiar los costos de internet para los más pobres y reducir los impuestos y aranceles aduaneros en dispositivos de bajo costo con internet que ayudarían a reducir los precios que excluyen a algunos segmentos de la población.